La general estupidez de la especie humana, su depravación sin fin, su solemne vanidad hace necesario volver a la poesía, considerada esta como último refugio, una vez que todo ha sido conquistado por la mediocridad.
Si la narrativa me arrastra a mundos más o menos lejanos, me anestesia, me evita sufrimientos sin sentido; la poesía me reconcilia con mi naturaleza humana, me llena de ilusión infantil, permite que mi ajado corazón siga latiendo contra viento y marea.
Cernuda, un marginado de su época, de su familia, de su mundo, es la excusa perfecta para volver a lo esencial de la vida: los sentimientos. Mientras el mundo lucha por cualquier idiotez, mientras los desparramados egos del insecto humano desperdician sus miserables vidas en satisfacer sus inmensas vanidades, la poesía de Cernuda supone la vuelta a la naturalidad primitiva que trata de vivir sin ofender, sin avasallar.
No queda casi nada... solo la poesía.
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