De nuevo la editorial Abada con su impagable labor de publicar toda la poesía de los heterónimos pessoanos, con la calidad literaria (bilingüe y con traducción fiel y sentida) y editorial (papel de más que aceptable calidad, formato de letra y composición muy cuidada) que el inmortal lisboeta requiere.
Este volumen es el segundo tomo de Álvaro de Campos aunque yo lo leí como tercero... cosas de la publicación de poesía que sigue adelante contra viento y marea con exiguas tiradas. Ese hecho no es baladí, ya que la editorial ha publicado todo siguiendo el orden cronológico en que fuera escrito y, conociendo la evolución literaria que cada heterónimo tuvo, se rompe un tanto el conocimiento del poeta, pero... qué le vamos a hacer.
Porque Álvaro de Campos tuvo varias fases: influido por el decadentismo en sus inicios, se deja vencer por el futurismo que hacía furor en Italia y en toda Europa en las primeras décadas del siglo XX, para acabar renegando de todo con un nihilismo desapasionado... Sí, el señor Fernando Pessoa no solo era capaz no solo de crear personalidades literarias totalmente diferenciadas sino además de dotarlas de algo tan vital como es la evolución personal... verdaderamente apabullante.
Con evolución y todo, la poesía de Álvaro de Campos es más compleja en los argumentos que la de su maestro Alberto Caeiro. Su formación como ingeniero, que en buena medida facilitará su adscripción al futurismo, y su visión desalentada, que le llevará al nihilismo, rompe con la cosmovisión idílica, pastoril y optimista de Caeiro.
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