Lumen edita una antología de Larkin, con poemas de sus principales poemarios: Engaños, Las bodas de pentecostés y Ventanas altas. Todo un lujo que, estando como están las cosas en el ámbito editorial español, se publiquen estos poemas tan marginales de público.
La poesía de Larkin no es, desde luego, la mejor para esos días bajos de ánimo en los que todo parece quebrarse ante nuestros ojos... no, en esos días mejor no acordarse de este tipo, el efecto podría ser demoledor. Sin embargo, su sarcástica y experimentada cosmovisión es buena para evitar caer en ilusorias esperanzas sobre una humanidad decente y una vida individual acorde... Larkin es el poeta de la desesperanza vestida de gris, de la desilusión sin fondo que rompe toda promesa de mejora en un mundo sin Dios ni futuro.
A mí, particularmente, me estimula la rotundidad de sus afirmaciones, sus incontestables verdades que tan impropias parecen de cualquier poesía. Para todos nosotros que fuimos educados en esa poesía optimista, simplona de adolescente enamoriscado, Larkin es como un desentumecedor jarro de agua fría.
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