miércoles, 8 de abril de 2015

Ahora leyendo: "Hotel Savoy", por Joseph Roth.

 Vuelvo a Roth, vuelvo a mi literatura favorita. Después de haber estado leyendo durante varios meses literatura fantástica o de terror, regreso al realismo del siglo XX en el que tan cómodo me siento. Y es que lo malo de esa llamada literatura de ciencia ficción o fantástica es que, sin darse uno cuenta, empieza a bajar escalones en la calidad hasta que un día se encuentra uno leyendo algo francamente malo. De esa literatura fantástica se puede leer cosas tan excelentes como Poe, Dickens, Sheridan Le Fanu, Maupassant, Verne... es decir, la crème de la crème; luego se puede descender un par de peldaños en la calidad hasta encontrarse con unos más que aceptables Lovecraft, Machen, Lord Dunsanny... que son, en mi opinión, muy recomendables; pero, por desgracia la caída se acentúa hasta acabar en George R. R. Martin que es lo último que leí (concretamente Los viajes de Tuf), y aquí sí que el bajón de calidad es muy evidente. No es que me parezca horrible el tal Martin, de hecho no es mala lectura si uno tiene quince años. Yo, ¡ay de mí!, dejé ya muy atrás esa dorada juventud, así que no disfruto leyendo novelas previsibles con héroes buenísimos que siempre se salen con la suya tras superar a temibles villanos
   Por eso cuando regreso a la cuidada prosa de Roth me encuentro como en casa. Hotel Savoy es una novela autobiográfica de un Joseph Roth que ya empieza a notar que ha perdido su país (Austria-Hungría) y su sociedad. Narra las peripecias (emocionales más que reales) de un combatiente de la Gran Guerra que, habiendo sido hecho prisionero por los rusos, "vuelve a Europa" en busca de su desmembrada patria; en su progreso hacia el oeste llega a Lodz, ciudad polaca donde habita parte de su familia (unos tíos) a los que espera sablear para poder seguir hacia Viena. Se alojará en el hotel Savoy donde conocerá una "fauna" curiosa mezcla de supervivientes de los más variados géneros. Es una novela típica de Roth, pues destila esa añoranza del pasado, esa melancolía de algo que ya no volverá y que, finalmente, le llevará a la tumba entre litros de alcohol.
Fotografía extraída de Wikipedia, subida por el usuario HuBar
Fotografía extraída de Wikipedia, subida por el usuario HuBar
     En el hotel, todavía en pie, que se observa en la foto anterior vivió Roth tras su penosa aventura bélica. No cuesta mucho trabajo imaginarse a su pequeña figura trampeando entre la sexta y séptima planta.
 Al margen de lo literario, el fresco que nos pinta Roth nos permite ver una ciudad que, perteneciente entonces a la Segunda República polaca, tenía una heterogeneidad habitual en la Europa central de entreguerras, donde convivían con dificultad polacos, alemanes, judíos, rusos... Todo eso, claro está, sería barrido por la Segunda Guerra Mundial que inflamó los nacionalismos hasta hacer inaceptable la convivencia entre dispares.
 

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