La búsqueda de las raíces no es una narración de ficción como las que me maravillaron de Levi y lo muestran como, probablemente, el mejor cuentista en la lengua de Dante; pero tampoco es una narración realista como los tres espeluznantes relatos de la llamada Trilogía de Auschwitz, no, se trata de una recopilación de los textos que más influyeron al turinés en su formación intelectual.
Una característica fundamental de un intelectual debe ser la honestidad, sin ella no hay nada que hacer pues todo será afectado como un chico de quince años que presume de experiencia y sabiduría. Afortunadamente, Levi es un maestro en esa cualidad, tanto que no duda en afirmar que las razones principales por las que sobrevivió a la barbarie del campo de concentración fue la edad que tenía (23 años, momento de plenitud física) o la suerte de ser enviado a un campo que producía, como actividad secundaria a la del asesinato masivo, productos químicos, siendo él mismo licenciado en Química por la Universidad de Turín; esas dos condiciones no buscadas le salvaron la vida por encima de heroísmos.
Esa honestidad lleva al autor a confesar que su actividad literaria tiene más un enfoque laboral que lector, que la condición de químico que se pregunta por la condición más íntima de la naturaleza ha pesado más que la lectura reposada de los clásicos. Con todo, Levi recupera en este tomo las lecturas que más le influyeron, haciendo una sucinta explicación sobre el porqué de tal influencia.
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