domingo, 3 de enero de 2016

Ahora leyendo: "Cuentos inquietantes", por Edith Wharton.

 Los de Impedimenta han acertado con el título para esta compilación de relatos. Principalmente porque no se han dejado llevar por el afán de titular de forma grandilocuente o pretenciosa, y, además, porque estos relatos de Wharton no son propiamente de terror o sobrenaturales, sino ambiguos en su concepción, lo que da lugar a distintas interpretaciones en las que sí cabe lo sobrenatural.
  Es lo primero que leo de esta neoyorquina de época victoriana aparentemente enamorada del viejo continente. Según el prefacio de Lale González-Cotta, quien traduce también los relatos, las relaciones con Henry James eran más que evidentes, por lo de ser ambos americanos europeizados, también en el tipo de prosa que produjeron, e incluso porque mantuvieron, según parece, una cierta amistad. Aquellos obsesionados por clasificar podrían meter a Wharton en la mal llamada "Literatura victoriana" sin duda (mal llamada porque ni se escribió en el Reino Unido -más bien en Francia, donde residió esta señora la mayor parte de su vida-, ni coincidió totalmente con el reinado de aquella poderosa Victoria); pero, vamos, prosa muy adjetivada, de ritmo lento, mucha descripción psicológica de los personajes, gusto por lo extraño y sobrenatural, y ambientes sociales propios del cambio de siglo (del XIX al XX). Sí, recuerda mucho a Henry James. 
  Pero donde destaca enormemente Edith Wharton es en la descripción de la evolución psicológica de los personajes. Estos (mayoritariamente femeninos) van describiendo una compleja curva que les lleva a situarse en las antípodas del punto de partida, y todo ello es perfectamente descrito por la autora. En realidad he de confesar que he quedado gratamente impresionado por Wharton; siempre que se habla de descripción psicológica se hace referencia a Dostoyevski y los cambios de su Raskolnikov en Crimen y castigo, pero puedo asegurar que la exhibición narrativa de esta autora no tiene que envidiar un ápice a la del ruso. Con Wharton uno habita en las cabezas y corazones de los personajes, siente su evolución, sus contradicciones, sus altibajos... En realidad, es más interesante esto que el argumento del relato en el que lo extraño, lo anormal toma corporeidad de una manera u otra.

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