Hay ciertas lecturas que llevan a uno al éxtasis del delirio literario, su finura, su corrección gramatical, su fuerza argumental y su humor sarcástico se unen para formar una obra maestra. Es el caso de El tío Goriot ("Le pére Goriot") de Balzac, una novela perteneciente a La comedia humana que narra la apurada vida de los inquilinos de una modesta pensión en el París de 1830.
Pudiera pensarse que las arrastradas experiencias de estos tipos no son relevantes en la actualidad, pero el enfoque que da Balzac los hace totalmente atemporales. La mirada del escritor es la del psicólogo experto que, como explica esta edición de Alianza editorial es "agudo observador de la sociedad y buen conocedor de las pasiones humanas". Es, en efecto, un extraordinario fresco del alma humana, la del siglo XIX, la del siglo XXI o la del XI. Balzac disecciona la miseria moral del hombre, sus bajos instintos, sus inseguridades, su comportamiento más animalesco, sus hipocresías... Tal vez los comportamientos de los protagonistas sean un tanto extraño para un vietnamita o un ghanés, pero desde luego para un europeo contemporáneo son plenamente conocidos y sufridos. Para ejemplo un botón: "las almas ruines satisfacen sus sentimientos buenos o malos por medio de pequeñeces incesantes"", o "si tiene la desgracia de afanar cualquier cosilla será usted exhibido en la plaza del Palacio de Justicia como un bicho raro. Robe un millón y será considerado en los salones como una excelente persona". ¿Nos suena de algo? A poco que se haya vivido se habrá experimentado cosas semejantes.
Comparando al gran escritor francés con Charles Dickens (fueron contemporáneos) uno no puede dejar de pensar que la cosmovisión de Balzac es más madura que la del inglés, ya que este es un moralista que crea buenos y malos (normalmente los buenos son proletarios explotados, todo virtudes, mientras que los malos son ricachones o nobles que no son sino ejemplo de deformidades); en Balzac todo es más realista, no hay esa dualidad un tanto pueril y sus personajes son más creíbles, más verosímiles.
Es un disfrute tremendo leer a Balzac. Me reafirma en mi opinión de que no merece la pena leer literatura contemporánea, a la vuelta de un siglo cada uno será puesto en su lugar... ya no hay dudas de quien fue un gran autor y quien un fraude editorial.
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