domingo, 15 de enero de 2017

Conclusiones tras la lectura de "La ciudad sin judíos", de Hugo Bettauer.

 1922, el año en que fue escrita esta novela, ese es el dato principal. Ese es el dato que puede explicar cómo fue concebida, con qué finalidad se creó y, en cierta manera, entender los posibles defectos que puede presentar. Se ha presentado a La ciudad sin judíos como una triste profecía de lo que había de acontecer en décadas siguientes: la expulsión sistemática de los israelitas previa campaña propagandística monumental en su contra. Todo eso pasó, sin duda, pero desgraciadamente no solo eso pasó. El autor fue asesinado en 1925 por uno de esos antisemitas furibundos que anhelaba un mundo ario sin rastro de sangre judía, así, Bettauer no pudo asistir a la brutalidad sin fin del Holocausto.
Imagen tomada de Wikipedia.
  Porque la novela se antoja demasiado suave con la terrible situación vivida a mitad del pasado siglo en nuestro atormentado subcontinente. En efecto, el texto se centra en el terrible perjuicio económico que Viena sufriría como consecuencia de la masiva expulsión de los ciudadanos más hábiles en el ámbito financiero y de los negocios: alto desempleo, recesión económica, debilitamiento de la moneda... algo que, sin duda pasó en Austria y Alemania tras la aplicación de las leyes raciales, pero, al menos a quien esto escribe, parece una menudencia. Parece una menudencia comparado con seis millones de seres humanos asesinados de forma sistemática y cruel; todo, por supuesto, reduciendo al hombre al nivel más animalesco al que puede ser reducido. Pero tal vez Bettauer no llegó a anticipar la maldad de la que fueron capaces sus propios conciudadanos ya que el mismo, como antes dije, fue asesinado en 1925, once años antes de que el Partido Nacionalsocialista llegara al poder.
 Es La ciudad sin judíos, pues, una novela de preguerra, escrita antes de que las barbaridades que se cometerían en las décadas de los años 30 y 40 ocurrieran, lo cual explica la suavidad de la misma.

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