domingo, 1 de abril de 2018

"Clarissa", de Stefan Zweig.

 Con Zweig me pasa algo que no me pasa con su contemporáneo y amigo Joseph Roth. Con aquél tengo sentimientos contradictorios: por supuesto, lo considero un extraordinario escritor, con una capacidad narrativa altísima, pero también lo siento como muy comercial, muy dado a temas burgueses, la típica "literatura de té y pastas" de siempre; con Roth nunca sentí eso. En Clarissa precisamente noto esta dualidad: parece escrito para ser leído por orondas matronas con muy poca preocupación y mucho sobrepeso; eso sí, no es fácil escribir así, eso está claro.
  La temática y época habitual en Zweig: Primera Guerra Mundial, destrucción de un país heterogéneo (Austria-Hungría) que nunca más volverá a existir, y la consiguiente zozobra humana para miles de individuos. En este caso la protagonista principal es una joven hija de un alto mando del ejército del emperador que se enamora de un joven idealista francés (un enemigo, por tanto) y queda embarazada; decide tener el hijo y sobrellevar el supuesto deshonor. La historia tiene un cierto interés humano, pero lo mejor, una vez más, es la capacidad del autor de describir la psique de los personajes, su evolución mental, sus más íntimos sentimientos. Para eso, Zweig es un maestro.
  Con todo, la sensación de estar leyendo un best seller de la época me deja un sabor agridulce.

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