El bueno de Lovecraft, que llevó una vida limitadísima en el ámbito económico -hoy diríamos pobreza- si no fuera por el apoyo de su familia, en sus últimos tiempos de sus tías- es, ahora, una fuente sin fin de dinero, un auténtico potosí para editoriales y librerías. Y es que, como quiera que murió sin descendencia, que han pasado más de setenta años de su muerte y que las revistas que publicaron los relatos en su época ya no existen, el copyright ha vencido. Ahora cualquiera puede publicar a Lovecraft en la lengua que sea y, como está plenamente de moda, hacer dinero. Con todo, cabe esperar que la "altísima cota moral" de editoriales y libreros, siempre dispuestos a perder dinero antes que a cambiar una coma de un texto original, nos librará de espectáculos grotescos...
Bueno, el caso es que salvo algunas ediciones de los primeros años 90, lo que he leído de Lovecraft se lo debo a Valdemar, concretamente a dos gruesos volúmenes de cuyas lecturas ya di cuenta en este blog. Ahora lo retomo, esta vez en su lengua original y editado por la potente librería estadounidense Barnes & Noble.
La edición de Barnes & Noble, esa librería-editorial con enormes tiendas en las principales avenidas de las mayores metrópolis de aquel país y que fue la primera en meter cafeterías dentro de sus negocios, ha publicado una suerte de "biblia lovecraftiana". Digo esto por su tamaño y por la endeblez del papel impreso que roza la calidad del papel biblia y un tamaño de letra que desafía a cualquier miope o hipermétrope a leer sin gafas si es que tiene arrestos. La edición, como titulé esta entrada, está prologada por S. T. Joshi, que pasa por ser el mayor experto en Lovecraft toda vez que ya murieron Derleth, Bloch y todos aquellos que integraron el llamado Círculo de Lovecraft y que eran considerablemente más jóvenes que el solitario de Providence.
Con respecto a la prosa de Lovecraft, al leerla en español se aprecia una adjetivación, un rebuscamiento en la elección de los términos y un uso frecuente de la hipérbaton que lo aleja de alguien que nació en 1890 y murió en 1937, referido a la prosa anglosajona, es más propia de la literatura victoriana (en puridad, de 1837 a 1901); pues bien, en inglés esto es mucho más evidente, tal vez pueda ser porque en inglés suelo leer narrativa contemporánea, con una prosa periodística mucho más ligera y libre de adjetivación afectada.
En todo caso, gracias a que Lovecraft es el maestro de los relatos cortos de terror, iré intercalando relatos breves diariamente con otras lecturas en español como quien trufa sus lecturas con un añadido potente y sabroso...
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