martes, 11 de agosto de 2020

Engaños del diablo y la muerte. Sabiduría, capítulo 2.

 Sab2 1 Razonando equivocadamente se decían: | «Corta y triste es nuestra vida | y el trance final del hombre es irremediable; | no consta de nadie que haya regresado del abismo.  2 Nacimos casualmente | y después seremos como si nunca hubiésemos existido. | Humo es el aliento que respiramos | y el pensamiento, una chispa del corazón que late.  3 Cuando esta se apague, el cuerpo se volverá ceniza | y el espíritu se desvanecerá como aire tenue.  4 Con el tiempo nuestro nombre caerá en el olvido | y nadie se acordará de nuestras obras. | Pasará nuestra vida como rastro de nubes | y como neblina se disipará, | acosada por los rayos del sol | y abatida por su calor.  5 Nuestra vida, una sombra que pasa, | nuestro fin, irreversible: | puesto el sello, nadie retorna.  6 ¡Venid! Disfrutemos de los bienes presentes | y gocemos de lo creado con ardor juvenil.  7 Embriaguémonos de vinos exquisitos y de perfumes, | que no se nos escape ni una flor primaveral.  8 Coronémonos con capullos de rosas antes que se marchiten;  9 que ningún prado escape a nuestras orgías, | dejemos por doquier señales de nuestro gozo, | porque esta es nuestra suerte y nuestra herencia».  10 «Oprimamos al pobre inocente, | no tengamos compasión de la viuda, | ni respetemos las canas venerables del anciano.  11 Sea nuestra fuerza la norma de la justicia, | pues lo débil es evidente que de nada sirve.  12 Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: | se opone a nuestro modo de actuar, | nos reprocha las faltas contra la ley | y nos reprende contra la educación recibida;  13 presume de conocer a Dios | y se llama a sí mismo hijo de Dios.  14 Es un reproche contra nuestros criterios, | su sola presencia nos resulta insoportable.  15 Lleva una vida distinta de todos los demás | y va por caminos diferentes.  16 Nos considera moneda falsa | y nos esquiva como a impuros. | Proclama dichoso el destino de los justos, | y presume de tener por padre a Dios.  17 Veamos si es verdad lo que dice, | comprobando cómo es su muerte.  18 Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará | y lo librará de las manos de sus enemigos.  19 Lo someteremos a ultrajes y torturas, | para conocer su temple y comprobar su resistencia.  20 Lo condenaremos a muerte ignominiosa, | pues, según dice, Dios lo salvará». 21 Así discurren, pero se equivocan, | pues los ciega su maldad.  22 Desconocen los misterios de Dios, | no esperan el premio de la santidad, | ni creen en la recompensa de una vida intachable.  23 Dios creó al hombre incorruptible | y lo hizo a imagen de su propio ser;  24 mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, | y la experimentan los de su bando. 

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