Película extrañamente atractiva que ganó el Premio a la mejor película de aventura y crimen en el Festival de Cannes de 1947. Digo "extrañamente atractiva" tal vez porque los tiempos cambian y así hacen los gustos del público, pero también es extraña en el buen sentido ya que, habiendo sido rodada en 1947 y siendo perteneciente al género bélico, no tiene el más mínimo atisbo de patrioterismo o chovinismo. Es, obviamente, una película francesa rodada desde un punto de vista francés, pero se hace más hincapié en los personajes y sus personalidades que en las nacionalidades de los mismos. No hay propiamente dicho buenos y malos, héroes y malvados, hay un grupo humano heterogéneo a más no poder que trata de sobrevivir en un momento (el fin de la Segunda Guerra Mundial) en que todo parecía venirse abajo, incluso para los supuestos vencedores.
El argumento es el siguiente: un submarino alemán huye de Europa, su tripulación incluye un jefe de la Gestapo, un general alemán, un industrial italiano y un periodista francés colaborador nazi. Conocen bien los derroteros (adversos para ellos) que está tomando la guerra; planean huir a Sudamérica y desde allí tratar de resucitar el Tercer Reich. Por un accidente sin importancia se ven obligados a buscar un médico, y a su paso por Royan, cerca de Burdeos, tres de ellos secuestran a un galeno. Este médico francés es el protagonista principal, si esto se puede llegar a decir de una película coral, pues a través de él vamos a saber de los distintos planes y suspicacias de los otros protagonistas. Lo cierto es que en el opresivo ambiente del submarino, las sospechas mutuas se desatan, desarrollándose un peligroso juego de desconfianzas que acabará con varios asesinatos y suicidios.
Imagen tomada del sitio IMDb.com
El argumento es francamente enrevesado, no es fácil prever que va a ocurrir, tanto que, quizá influido por la lengua francesa en la que está rodada, he pensado en una novela de Georges Simenon, el genio de habla francesa en cuestión de intriga y suspense. Pero, como antes decía, lo mejor es la ausencia de chovinismo alguno y el desarrollo muy redondo de los personajes, que evolucionan en su pensamiento, concretamente de una adhesión sin fisuras al nazismo a un desencanto y búsqueda de alternativa para sobrevivir. Todo muy sucio pero a la vez muy humano. En la película no se llega a hacer un juicio de valor sobre los comportamientos y razonamientos de los pro-nazis, algo que, supongo yo, pudo provocar algún problema para la exhibición de la cinta en la Francia triunfante (demolida hasta los cimientos, pero triunfante) de 1947.
Entre el elenco actoral hay joyas extraordinarias como el polifacético Marcel Dalio, que tiene un pequeño papel pero que lo borda como siempre. Dalio era el nombre artístico de Israel Moshe Blauschild, como su nombre indica, de origen judío, que tuvo papeles secundarios en Casablanca, Pepe le Moko, Los caballeros las prefieren rubias o Las nieves del Kilimanjaro. Era lo que se dice un auténtico superviviente de la barbarie nazi que pudo vivir de lo que quería sin contar con padrinos o con un físico deslumbrante. También están actores alemanes que, a la vista está, conseguían trabajar en Francia haciendo de jerarcas nazis con un trabajo actoral francamente encomiable, así está Andreas von Halberstadt (el general alemán) o Jo Dest (el jefe de la Gestapo), ambos retratados en el fotograma debajo de estas líneas.
Imagen tomada del sitio www.cageyfilms.com
Es una pequeña joya que probablemente no sea del gusto de las masas, pero que incluye visos de una Europa convulsa pero que, al menos entre las élites, todavía conservaba algo de macedonia cultural y nacional. Lamentablemente y como es sabido, esa macedonia cultural y nacional desapareció en la segunda mitad de los años 40 y décadas siguientes en favor de estados monocolores en los que la más mínima diferencia lingüística y cultural era objeto de delación para su inmediata eliminación.
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