Tercera adaptación cinematográfica de la excelente novela homónima (del título en español, pues los originales de la novela y las películas hace referencia a un frente, el occidental, pues en todos casos el título es "Im Westen nichts Neues") de Erich Maria Remarque. En este blog reseñé la novela del autor alemán y la adaptación cinematográfica de 1930; quedé encantado y aterrorizado con ambas, encantado por la verosimilitud y el militante antibelicismo (valga el oxímoron), y aterrorizado por las barbaridades narradas. Ahora, los tiempos han cambiado, la película no se ha estrenado en las salas de cine sino en las conocidas plataformas televisivas, concretamente en Netflix. Bien, eso podría mermar su capacidad de difusión, pero como parece que estamos todos idiotizados con estas plataformas que han entrado de lleno hasta el salón de nuestras casas, la merma tal vez no haya sido tan grave.
En todo caso, sigo pensando (como pensaba cuando leí la extraordinaria novela de Remarque o vi la adaptación de 1930) que la visualización de esta película debería ser obligatoria para todos los chicos mayores de dieciocho años (como se decía en la época en que un servidor tuvo que hacer la "mili", cuando se "entra en caja") para que puedan ver con la espantosa verosimilitud de esas imágenes cómo la guerra es el epítome de la estupidez y barbarie humanas. Según este blog, estas entradas las escribí en 2015 y en 2018, hoy, siete y cuatro años después hay otra guerra en curso, bien cerca, en Ucrania. Hoy, igual que en la Guerra del 14, miles de chicos de veinte años se aprestan a matarse los unos a los otros y a morir o a quedar mellados para el resto de sus días. El ser humano no ha mejorado un ápice. Pues bien, estoy seguro de que si esta película fuera vista por todos los habitantes de Rusia y de Ucrania (amén del resto de Europa, en Estados Unidos y en todo el Mundo) se producirían movimientos sociales de rechazo a la guerra que acabarían con ella en semanas. Sin embargo... los grandes intereses económicos son tan grandes como la estupidez e ignorancia de esos chicos que, según estoy escribiendo, están muriendo en Ucrania. ¡Qué pena!
Imagen tomada del sitio www.film-rezensionen.de
El argumento de la película es muy fiel a la obra de Remarque, que es éste: en una ciudad de Alemania, un grupo de amigos de un Gymnasium (un instituto en España) se dejan imbuir por el virus del nacionalismo más exacerbado que domina su sociedad hasta el extremo de alistarse para combatir en la que después sería conocida como Primera Guerra Mundial. Los chicos son pura candidez e ignorancia, y son manipulados por muchos adultos con espurios intereses; entre ellos, el propio director del Instituto, que, como todos los cobardes, aparenta ser el más valiente. Así, los cuatro amigos son enviados al frente occidental, concretamente a Alsacia, donde enfrentarán al "terrible enemigo", otros chicos como ellos, en este caso, franceses. La barbarie de la guerra se enseñorea de todo. No hay honor alguno, tan sólo salvajismo animal que mata y muere constantemente. La película no ahorra ni una sola de esas brutales imágenes en las que los protagonistas acuchillan con sus bayonetas a otros chicos, tampoco ahorra un solo segundo de la terrible agonía de esos chicos hasta que su respiración y latido cardiaco cesan. Puede parecer terrible, pero es precisamente ésta la finalidad de la novela y de estas películas: mostrar la barbaridad de la guerra, la sinrazón sangrienta de matar y morir en unas trincheras embarradas. Son escenas difíciles de digerir, que a muchos habrán convencido para dejar de ver la película, pero que han de visualizarse para que sirvan de vacuna frente al belicismo. En fin, la película, inmisericorde como la novela, avanza con la muerte uno a uno (en las formas más horribles posibles) de todos los protagonistas, ¿para qué? Para nada, para que algún general se cuelgue unas medallas.
Al igual que la novela, esta película genera una repulsión inmediata hacia la guerra y la violencia en general en todas aquellas almas sensibles e inteligentes (algunas quedamos), y ese es el objetivo final. Porque, no nos olvidemos, luego están las películas belicistas, las "pelis de guerra" que no son sino alegatos militaristas y nacionalistas que idealizan la guerra, mostrándola como algo honorable, en la que sólo mueren los "malos" y los "buenos" vuelven convertidos en héroes. No, Sin novedad en el frente es totalmente antibelicista, aquí no hay malos ni buenos, sólo víctimas de la estupidez de sus sociedades.
Imagen tomada del sitio www.kino.de
Esta versión de 2022 es, pues, muy semejante a la de 1930. Cabría decir que es una actualización, una modernización con el uso de las nuevas técnicas cinematográficas desarrollados en estos casi noventa años que las separan. En el ámbito argumental sí hay un cambio interesante con la rehabilitación que se hace en la cinta moderna de la figura de Matthias Ezberger, ministro de finanzas alemán, encargado de firmar el armisticio en 1919 que puso fin a la masacre. Ezberger fue considerado un traidor a la patria por las concesiones que otorgó a los franceses y acabaría siendo asesinado por un grupúsculo de ultraderecha en 1920. En la película de Edward Berger, Ezberger está interpretado por Daniel Brühl y es representado como la única cabeza fría y corazón misericorde que se apiada de los cientos de miles de muertos semanales en el frente y que sólo quiere acabar las hostilidades lo antes posible. Frente a él, los "militarotes" franceses y prusianos que sólo piensan en su honor y desprecian las vidas de esos chicos que morirán desmembrados en fangosas trincheras.
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