Trigésimo segunda novela de la saga del Mundodisco, creada por el genial autor inglés Terry Pratchett. Esta vez la protagonista principal vuelve a ser Tiffany Dolorido, una joven aprendiz de bruja de tan solo once años que pasa por una suerte de rito de paso para convertirse en una bruja hecha y derecha. Es, por tanto, lo que los alemanes llaman una "bildungsroman" o novela de formación o de aprendizaje; en ellas un personaje juvenil se descubre a sí mismo y pasa por uno de esos ritos de paso sin vuelta atrás que lo convertirán en un adulto. Las llamadas "novelas juveniles" están repletas de estas novelas de formación, entre las que están casi todas las de Verne, las principales de Rudyard Kipling o de Robert Louis Stevenson; en definitiva, están casi todas las novelas que nos convirtieron a muchos en lectores empedernidos a esos ya lejanos (al menos, para mí) doce o trece años. Todas ellas son ideales para lectores jóvenes, pues rápidamente se identifican con el personaje protagonista. Pues ésta de Pratchett también lo es; quizá por ello y porque tiene una complejidad menor que otras novelas del Mundodisco es por lo que son consideradas "para lectores jóvenes". En todo caso, como bien reza la contraportada de la Editorial Debosillo (Grupo Penguin Random House) eso no es óbice para que los lectores adultos no puedan disfrutarla plenamente.
Argumento de Un sombrero de cielo: la joven pastora Tiffany Dolorido deja su región natal, La Caliza, para iniciarse como bruja con la señorita Cabal, pero está claro que en breve la pupila aventajará a la maestra. La chica será asediada por "el Colmenero", una suerte de ente que invade la mente del individuo, tomándola por completo y anulándola. Por cierto, que no he podido evitar pensar en ese ente como una suerte de esquizofrenia, puesto que la pobre chica es, alternativamente, ella y su "parásito cerebral". Caso de ser así sería una triste premonición de la Enfermedad de Alzhéimer que atribuló los últimos años de este espléndido escritor y lo llevó a la muerte a la prematura edad de sesenta y siete años. En fin, volviendo a la novela... el caso es que Tiffany tiene la impagable ayuda de los Nac Mac Feegle, esos hombrecillos azules de unos quince centímetros de alto que sólo saben beber, pelear y maldecir, aunque tienen un buen fondo. Estos personajillos, en la versión original, hablan un batiburrillo de inglés y escocés, y en la versión española (muy acertadamente) les hacen hablar una mezcla de castellano, asturleonés y gallego, dándoles un aspecto fiero y divertido a la vez. Bien, lo cierto es que Tiffany saldrá con bien de su lucha con el Colmenero que supondrá, ya digo, un rito de paso que la convertirá en una adulta (a pesar de sus once años) y regresará a La Caliza ya como toda una bruja.
En fin, entre los temas que se abordan, aunque sea de refilón, destaca el de la búsqueda de la identidad propia, la maduración y la aceptación de responsabilidades, es decir, la llegada a la madurez. En este ímprobo trabajo, Pratchett se mofa de todos aquellos que hemos conocido demasiado bien, desgraciadamente: abusones, acomplejados y maltratadores, ralea que, incapaces de madurar, usan la violencia para calmar sus frustraciones.
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