Trigésimo tercera novela de la saga del Mundodisco, ese planeta tan diferente del nuestro (por ser un disco que descansa sobre los lomos de cuatros gigantescos elefantes, que, a su vez, se sitúan sobre la concha de la tortuga cósmica, la Gran A'Tuin), pero a la vez con tantas semejanzas al nuestro (con sus mediocridades, vicios, escasas virtudes, fantoches presuntuosos, estafadores de medio pelo...). Incluye Pratchett un personaje nuevo, que por lo visto protagonizará un par de novelas más: Húmedo von Mustachen (Moist von Lipwig en la lengua original), un personaje típicamente "pratchettiano", un estafador simpático, hábil con la lengua, con don de gentes, que se aprovecha de todo el mundo; eso sí, también tiene un buen fondo y cualidades morales. Porque, siendo Terry Pratchett un gran conocedor del alma humana, sus personajes no son enteramente negativos o positivos, de ahí su redondez: todos, incluso el más malvado es capaz de la mayor heroicidad, y el más heroico capaz de la mayor canallada. Es muy realista. Es una forma de decir, sutilmente, que no cree en prejuicios sobre buenos y malos, que todos son juicios sesgados y parciales, prejuicios, como decía. Es por ello que leer a Pratchett desde una óptica madura, no juvenil, te reconcilia con la vida y con la humanidad.
Argumento de Cartas en el asunto: un conocido estafador va a ser ahorcado en Ankh-Morpork por sus múltiples trapacerías financieras. En el último momento, con ayuda de la Guardia de la ciudad, es salvado y llevado a la presencia del patricio, Lord Vetinari, que le perdona la vida a cambio de que ponga de nuevo en funcionamiento el servicio de Correos de la ciudad, que lleva décadas abandonado. Forzado a aceptar, allí se encontrará con un par de funcionarios que llevan años cumpliendo rutinas diarias sin sentido alguno pero que llenan sus días (tan frecuentes en nuestro mundo, ¡eh!) y millones de cartas atrasadas que atoran por completo el edificio. Con muchas renuencias pero también con las habilidades de su vida previa de timador, Húmedo von Mustachen va haciendo renacer la antigua costumbre de escribir cartas. También tendrá que enfrentarse a una nueva tecnología: la de los "clacs", mensajes enviados a largas distancias de forma inmediata gracias a las señales entre altas torres.
Aquí, Pratchett muestra su predilección por el viejo y entrañable hábito de las cartas manuscritas frente a las nuevas tecnologías que todo lo arrasan, el parecido entre los "clacs" y el correo electrónico es evidente (digo el correo electrónico y no otras tecnologías como "Whatsapp" porque cuando el inglés pergeñó esta novela todavía no se había desarrollado esa famosísima aplicación para teléfono móvil).
En fin, como siempre digo cuando hablo de Pratchett, lo importante no es el argumento sino las relaciones humanas, los asombrosamente realistas cuadros que pinta al describir caracteres y actitudes que son fácilmente reconocibles entre los "monos con pantalones". Y eso es notable teniendo en cuenta que algunos de los personajes de Pratchett no son humanos, así, en el Mundodisco abundan los gólems, vampiros, trols, enanos u hombres-lobo, pero vamos, que son muy humanos.
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