Minimizar oportunidades, recortar servicios, reducir todo, así los desgraciados -la chusma- se pegará entre sí para conseguir un mísero asiento, un triste empleo, una lamentable vivienda... Enemistándose entre sí, el populacho pierde de vista al verdadero enemigo, que queda protegido por una densa niebla. Los enemigos no son otros que aquéllos que ejercen (detentan) cualquier tipo de poder (autoridad) en la sociedad humana: reyes, gobernantes, militares, jerarcas elcesiásticos, empresarios, policías... así hasta aquéllos que tienen una parcela de poder menor: jefes, sacerdotes, profesores, maridos, padres...
lunes, 12 de noviembre de 2012
Políticas modernas... y de toda la vida
sábado, 10 de noviembre de 2012
La escritura como refugio de la introversión
Es muy frecuente que grandes escritores del pasado y del presente
sean grandes tímidos que escondían en el “negro sobre blanco”
su incapacidad de transmitir sus pensamientos, deseos, temores,
alegrías y ansias de forma oral. Caso conocido es el de Franz Kafka,
autor genial en esa genialidad que bordea la locura; Kafka escondía
su incomprensión al mundo que lo rodeaba, él mismo se sentía como
su personaje de la metamorfosis: extraño, incomprendido,
innecesario, mediocre y pequeño; escribiendo huía de la sociedad
aria que lo reprobaba como judío, del pequeño e insignificante
trabajo con el que mantenía su espartana vida, de las mujeres a las
que deseaba y de las que se sabía indeseado, de los caseros de las
sórdidas pensiones en las que era siempre observado con resquemor...
Borges es otro caso fácilmente observable, su incapacidad visual
le abrió enormemente la visión de la sensibilidad, la capacidad de
separar cuerpo y mente para alcanzar la posición del otro, para
sentir en piel ajena, escapando así de la maldición a que había
sido condenado por un extraño y “creativo” demiurgo
todopoderoso.
Hesse retrató una importante parte de la sociedad de cualquier
tiempo en su lobo estepario, es precisamente el personaje fundamental
de esta obra sin par otro ser perdido, incapaz de encontrar su rol en
la sociedad que lo rodea, incapaz de asumir los principios
indiscutibles que ésta propugna, no dotado, en fin, de esa cualidad
tan frecuente que es la sociabilidad.
La sensibilidad: esa es la característica común de los grandes
literatos. Una capacidad poco frecuente en esta sociedad que premia
el amor propio con esa animalidad que se nos exige para seguir
alentando. El deleznable orgullo y la vanidad que raya en el onanismo
nos proporcionará una vida tranquila, sin desasosiegos, sin
angustias vitales, felices como seremos retozando en el lodazal de
nuestra propia mediocridad; ¿para qué preocuparnos de las
necesidades afectivas de otros, de sus éxitos o fracasos personales,
de sus sinsabores o rotundos fracasos? En confrontación a todo esto,
la capacidad de detectar el pálpito de los demás nos hará sufrir
con sus derrotas y pérdidas, pero nos enriquecerá sin límites,
desarrollándonos una nueva cualidad: la de sufrir en cabeza ajena;
sin embargo la sensibilidad también nos facilitará un pasaje al
fracaso, entendido éste como un concepto social y comúnmente
asumido.
El fracaso humano y social son frecuentemente confundidos, sin
distinguir que muchos individuos consideran su fracaso social como
verdadera demostración de su éxito en cuanto que ser humano,
distanciándose así de las mediocridades generales; por el contrario
otros consideran ambos fracasos distintas caras de una misma moneda.
La sonrisa cotidiana que denota, sin duda, la estupidez materializada
en solo gesto, es símbolo del más rotundo éxito humano, poco
importa que ese individuo sea absolutamente incapaz de sentir nada
más que no sea una maravillosa admiración por su insondable
mediocridad; esa sonrisa le sirve además para despreciar a aquel que
sí puede estrujarse el intelecto para ver más allá de la mera
apariencia, aunque esto le provoque más desasosiego que felicidad.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Ahora leyendo: "la cripta de los Capuchinos" de Joseph Roth
Siempre me atrajo la vida del perdedor, del controvertido, del santo y a la vez pecador... esas son características de Céline, de quien hablé en otra entrada anterior, y esas son formas propias de Roth.
Me han gustado siempre los escritores judíos, todos, tanto los que retratan un mundo ya desaparecido (la cultura askenazí en Europa central y del Este) como Der Níster; como los judíos culturalmente asimilados que, por su doble condición, tenían una visión más rica de su sociedad; en este último caso se encuentra Joseph Roth.
Este tipo nació en la Galitzia polaca en el seno de una familia judía no practicante, destacó muy joven en el periodismo en lengua alemana, llegando a ser alguien importante en la Viena de entreguerras; alguien verdaderamente respetado. Aún siendo un judío solo de origen, tuvo que huir de las leyes eugenésicas nazis, para las que cualquiera con el más mínimo rastro de sangre hebrea imponía la muerte segura. De la noche a la mañana, pasó de ser un puntal de su sociedad, a que se quemaran sus libros (alguno de ellos como "la marcha Radetzky" habían conocido gran éxito de público y crítica); se refugió en París donde comenzó a beber de forma brutal (destacable en ese sentido novela breve o relato, hoy ya no se sabe cuál es cuál, "la leyenda del santo bebedor").
En sus novelas aparece el llamado "sentimiento de pérdida de patria", que convierten a sus personajes en nostálgicos evocadores de un pasado que no volverá.
Roth morirá alcoholizado (de hecho algunos biógrafos apuntan a un "suicidio por alcoholismo"); su mujer, esquizofrénica, que vivía recluida en sanatorios mentales, será eutanasiada por los nazis en su paranoia de mejora de la raza; su familia moriría en campos de exterminio.
Felizmente, el mundo germánico resurge de sus cenizas, culturalmente hablando, tras la guerra y la abominación del nazismo, y retoma a Joseph Roth como uno de los grandes escritores en la lengua de Goethe junto a Robert Musil o Hermann Broch.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Fragmento del segundo capítulo de mi novela "honrarás a tu padre"
2 - Ingrid Larssen
Le costó reconocerla. Solo habían pasado cinco años
desde la última vez que la vio, pero había envejecido mucho,
demasiado para alguien que todavía no había cumplido los cincuenta.
El escaso pelo gris caía lacio, sin vida. Nunca había sido gorda,
pero ahora estaba demacrada, los pómulos se marcaban en su piel como
si fueran una calavera, solo los grandes ojos azules parecían no
haber cambiado. Una sonrisa desdentada le dio la bienvenida.
- Mi niño bonito, mi niño bonito. -Fue lo único que acertó a balbucear mientras alargaba sus cadavéricos brazos hacia él.
Lars se acercó con frialdad, no sabiendo muy bien que
hacer... Finalmente se sentó en su cama y le dio un formal beso en
la frente. Ella le sonrió en respuesta.
- Acércate un poco más, quiero tocar tu cara. Eres todo un hombre.
Su madre y él se separaron cuando tomó aquel empleo en
la compañía naviera de la que se acababa de despedir. Nunca
tuvieron una gran relación. Lars fue hijo póstumo, e Ingrid tuvo
que trabajar duro para poderlo sacar adelante. Trabajaba como
limpiadora en un edificio gubernamental y por las tardes limpiaba
casas para poder redondear el sueldo; cuando llegaba a casa estaba
tan agotada físicamente que apenas podía ocuparse de su hijo, así
este creció en práctica orfandad, vigilado por vecinas y con los
libros de la biblioteca pública como sus mejores amigos. Cuando se
separaron, Lars no sintió un gran dolor, quizás algo de
remordimiento por abandonar a quien se había desvivido para darle un
futuro.
- ¿Cómo estás? ¿Estás cómoda aquí? -Al decir esto miró mecánicamente a las otras dos pacientes de la habitación, dos mujeres de edad y aspecto semejante a su madre que, sin duda, se alegraban de tener espectáculo gratis con la visita de su compañera de infortunio.
- Bien, estoy bien. Un poco cansada, eso es todo.
En ese momento entró un médico, que, seriamente, se
dirigió a Lars.
- ¿Es usted el hijo de Ingrid Larssen?
- Sí, yo soy.
- Acompáñeme un momento, por favor.
Le siguió maquinalmente hasta el pasillo, donde se
volvió hacia él.
- Le supongo al corriente de la gravedad del estado de su madre.
- Sí, pero no conozco los detalles.
- Verá, su madre padece lo que se llama un carcinoma mamario, cáncer de mama es más conocido. Hemos estudiado el tumor y hemos encontrado metástasis -otros nódulos tumorales- en pulmón e hígado. Es totalmente inoperable.
A pesar de lo conocido, no pudo reprimir un escalofrío.
La jerga médica siempre le alteró el animo, la enumeración fría y
sistemática de la enfermedad le parecía totalmente deshumanizada.
- ¿Se puede hacer algo?
- Me temo que no. El grado de debilidad es extremo, y el desenlace se producirá en breve. Cuando días atrás le preguntamos si tenía algún pariente nos habló de usted, por eso le convencimos de que le llamara. Por otra parte parece que tiene algo importante que decirle. En administración le podrán indicar que pasos se han de dar con el papeleo. Lo siento mucho.
- Gracias. -Respondió mecánicamente mientras el médico se daba la vuelta y se alejaba por el pasillo.
martes, 6 de noviembre de 2012
Carta abierta a un maltratador
Mi muy despreciado maltratador:
Como bien sabes, hace ya cuatro meses que rompí tus
grilletes, cuatro meses que decidí recomenzar mi vida, cuatro meses
que la sonrisa volvió a aflorar en mi rostro. Reconozco que me ha
costado romper la tela de araña que con tanto esmero tejiste en
torno a mí y en la que yo me sentía tan cómoda, tan “protegida”
al principio; sí, me ha costado mucho entender que no es que me
quisieras mucho y me sobreprotegieras sino que me querías sólo para
ti como se quiere una cosa, por fin entendí que cuando me pegabas,
no era que las responsabilidades y el stress te hiciera perder los
papeles, no, era simplemente que querías humillarme más aún,
cosificarme, reducirme a ser un simple mueble de la casa.
Hoy hace cuatro meses que decidí dejar de ampararte y
encubrirte, de maquillarme los moratones y decir que me había
golpeado con una puerta para disimular tus golpes. Desde hace cuatro
meses entiendo que no eres más que un pobre diablo que trata de
conseguir la seguridad que le falta a base de golpear, humillar y
vejar a quien le alimenta, lava su ropa, limpia su casa... Desde hace
cuatro meses vuelvo a vivir mi propia vida, sin que tú me digas lo
que debo o no hacer; he vuelto a recuperar a mis amigos, sí... ¿te
acuerdas de que antes de conocerte yo tenía mi propio grupo de
amigos?, sí, seguro que te acuerdas, ya que fuiste tú el que se
encargó de separarme de ellos y de mi familia, para aislarme del
mundo y tenerme más a tu merced si aún cabe.
Exactamente, en fin, hace cuatro meses que vuelvo a ser
una persona independiente, muy válida y capaz, yo, que me sentía
tan poca cosa y dependiente de ti; hoy sonrío abiertamente y miro
cara a cara a la vida con energías renovadas, hoy, en definitiva,
comienzo a vivir.
Sin afecto alguno, ya no tuya:
lunes, 5 de noviembre de 2012
Inciso cinematográfico: "Der Verlorene"
A pesar de ser éste un blog literario, también incluiré alguna reseña cinematográfica de películas que me han marcado en algún modo...
Del cine que siempre me apasionó, escojo las películas que se produjeron en aquella llamada República de Weimar, esto es, la Alemania de entreguerras. Fue una época socialmente convulsa que nació en la brutalidad de la Gran Guerra, para morir en la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, fue muy productiva en el ámbito creativo... Concretamente en el cine, se desarrolló el llamado "expresionismo alemán": títulos inigualables como "Nosferatu", "el gabinete del doctor Caligari", "Metrópolis"... han dejado huella en el cine hasta nuestros días; directores de la calidad de Fritz Lang y maravillosos actores como Peter Lorre.
"Der Verlorene" no fue rodada en aquel periodo, sino en 1951, en plena posguerra, no obstante participa de aquel movimiento artístico nacido en el periodo anterior.
Peter Lorre (nacido como Lazslo Löwenstein) había dejado a medio mundo atónito con su interpretación en "M, el vampiro de Düsseldorf"; después había huído a Estados Unidos, donde formaría parte fundamental del elenco actoral de joyas como "el halcón maltés" o "Casablanca". Volvió a Alemania para dirigir y actuar en esa película escrita por el mismo: "Der Verlorene", traducida al español como "el hombre perdido".
"Der Verlorene" narra la vida de un médico de la Alemania nazi, un hombre perdido y atribulado por la culpa. Se vio obligado a asesinar y como consecuencia se desquició, hundiéndose en el alcohol y la depresión... La película es muestra excelente del asombroso poder interpretativo de uno de los mejores actores de todos los tiempos; sin embargo, Lorre no consigue exprimir el máximo jugo a su criatura: el guión (siendo francamente bueno y con muchas posibilidades) acaba siendo desaprovechado hasta el punto de que a alguien no versado en cine clásico le puede parecer anodino; la dirección tampoco saca partido, le falta fuerza, continuidad... (sin embargo la fotografía es excelente, recordando en muchos momentos el ambiente angustioso propio de las películas expresionistas). Para todos aquellos que admiramos a Peter Lorre, la obra es una joya inigualable, un regalo de aquel actor maldito que tantas horas de genialidad nos ofreció.
martes, 30 de octubre de 2012
Ahora leyendo: "Spider" de Patrick McGrath
Patrick McGrath es un escritor inglés contemporáneo. Sus novelas, tan solo seis por el momento, muestran un mundo repleto de enfermos psicológicos y psiquiátricos. Spider es su novela más conocida, incluso fue llevada al cine, dirigida por Cronenberg e interpretada genialmente por Ralph Fiennes y Miranda Richardson... Lo que más me atrae de estas novelas es el tipo de narración, en primera persona y lo que llaman "narrador no fiable", en ellas la narración es llevada a cabo por enfermos mentales, que describen subjetivamente su vida... por supuesto las incongruencias dominan, frecuentemente es difícil distinguir la realidad de la distorsión... En buena medida supone romper con la estructura del narrador omnisciente tan frecuente en la novela clásica del siglo XIX, ahora se pide al lector que actúe como un psiquiatra, tratando de discriminar objetividad y subjetividad. Aparte de esto, la prosa es rápida, de tipo diario, con pocas cesiones a la búsqueda estética. Interesante, no tan dura como la película de Cronenberg que acaba por ser perturbadora con la actuación de Fiennes.
jueves, 25 de octubre de 2012
¿Acabar o no?
Más de cuarenta años.
Vida rota aun estando intacta.
Subjetivamente fracasado,
objetivamente triunfador.
Cansado de buscar y no hallar,
¿hallar qué?
Hallar nada.
Donde la vida te lleve,
no sólo físicamente,
también de pensamiento y estado.
La vida pasa.
La vida pasa.
La vida pasa.
miércoles, 24 de octubre de 2012
Sociedad
Fotocopias grises,
eso pretenden que seamos.
Fotocopias grises,
que seamos útiles a sus empeños.
Fotocopias grises,
tan iguales que nos puedan sustituir.
Fotocopias grises,
formando un productivo rebaño.
J.
viernes, 19 de octubre de 2012
Ahora leyendo: "De un castillo a otro" de Céline
No debió ser un hombre fácil, desde luego no es un escritor fácil... Céline llevó una vida compleja: herido de gravedad en la Primera Guerra Mundial; reconvertido en médico y escritor prestigioso en el periodo de entreguerras; caída a los infiernos en la Segunda Guerra, con acusaciones de antisemitismo; encarcelamiento por colaboracionismo en Dinamarca y en su propio país; escritor odiado y sin embargo muy leído y admirado... Controversia en estado puro.
Su prosa es como su personalidad: apabullante y compleja, lo que llaman prosa sincopada, que se atraganta fácilmente a los que estamos acostumbrados al respeto más escrupuloso de las normas de puntuación, pero que a la vez produce una lectura ágil, velocísima... "escribir como se habla".
La obra de Céline está llena de amargura, de resentimiento, no hay rincón para la autocomplacencia. Los temas ya son brutales en sí mismos: la guerra y sus inmoralidades, el abuso del poder de unos hombres sobre otros, la mezquindad humana... pero con esa "prosa sincopada" resulta aún más duro y ácido.
No, no es una lectura fácil, pero tampoco lo fue el siglo XX...
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