Probablemente muchos turistas la conocerán al estar en una zona tan turística, mucho más desde que se peatonalizó la calle Arenal: la Librería San Ginés.
Para muchos madrileños, especialmente los de cierta edad, será más conocida por estar al lado de la Chocolatería San Ginés, donde, hasta hace no muchos años por lo menos, era tradición tomar chocolate con churros el día de Año Nuevo. Esto es, el pasadizo de San Ginés, que comunica Mayor con Arenal, a menos de cien metros de la Puerta del Sol.
La Librería San Ginés es un monumento arquitectónico de Madrid, no sé si está catalogado como tal ni me importa, yo así lo considero. Son tres pequeñas casetas adosadas a una pared lateral de la iglesia de San Ginés, donde, según reza una placa en su fachada, fue bautizado Quevedo.
En mis catorce o quince años encontré otro de los hábitos que, pasados los cuarenta, todavía cultivo: dar largos paseos solitarios por la ciudad. Siempre que iba hacia el centro, me acercaba a esta librería; un día concreto recuerdo comprar una antología poética en edición barata que me ha acompañado desde entonces, esta:
Esa misma, alguna edición más antigua. No es una gran antología, pero durante aquellos años de mi adolescencia la leí de arriba a abajo, viajó conmigo a Denia y Jávea y habitó en algún bolsillo en aquellas caminatas por la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.