Lo recuerdo desde pequeño, los museos ejercían una fuerte atracción sobre mí; en alguna excursión con el colegio, supongo que al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, conseguía aislarme de mis miedos y terrores, me dejaba llevar por el aire de quietud, de atemporalidad que todavía me provoca la sala de un museo... es una sensación que, felizmente, no me ha abandonado todavía.
Los otros lugares en los que consigo sentir esa protección frente a los miedos irracionales, ya lo dije, son las bibliotecas y las salas de conciertos (preferiblemente salas de cámara), supongo que lo que tienen en común con los museos es la tranquilidad, la paz que irradian... son tres ambientes semejantes en cuanto a la actitud que el público ha de tomar: autocontrol, respeto al otro y silencio. Lo he pensado detenidamente en otras ocasiones, el ruido, las aglomeraciones, las prisas, las voces... me provocan rechazo desde bien pequeño, me hacen sentirme inseguro, incómodo, es como si no fueran conmigo, como si yo perteneciese a otra especie animal, una que necesitase la tranquilidad y el silencio para poder vivir... Supongo que podría adaptarme relativamente bien a una sociedad nórdica, porque desde luego, esta mediterránea que me ha visto crecer es, precisamente, una de las peores para alguien que busque tranquilidad...
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