No me resisto a citar una breve fábula del genial Bierce, Bitter Bierce, como le apodaban por su sarcástico humor:
El Principio moral y el interés material.
En una ocasión, un principio moral se cruzó con un interés material en medio de un puente tan estrecho que solo permitía el paso de uno de ellos.
- ¡Túmbate en el suelo, ser inmundo! -gritó el principio moral- ¡y deja que pase por encima de ti!
El interés material simplemente le miró a los ojos, sin pronunciar palabra.
- Muy bien -dijo el principio moral, de forma dubitativa- echemos a suertes quién ha de apartarse y ceder el paso al otro.
El interés material siguió sin soltar palabra y mantuvo la mirada clavada en su adversario.
- Para evitar cualquier tipo de conflicto -dijo el principio moral, mostrando ya un cierto nerviosismo- seré yo el que se tienda para que tú pases por encima.
Por fin, el interés material recuperó la voz.
- Me temo que tu forma de andar no resulta del todo fiable -le dijo-. Por otro lado, soy bastante escrupuloso con lo que piso. ¿No sería mejor si simplemente te tirases al río?
Y así ocurrió.
Ambrose Bierce
Esto fue escrito a finales del XIX, pero, por supuesto, es de rabiosa actualidad, tanto como que es atemporal. Hoy, que asistimos abotargados a la destrucción, al saqueo de un país y una sociedad sin el más mínimo pudor, se hace más presente esta fábula de Bierce... algún idiota -especialmente cercano, en la familia- me preguntó que para qué servía leer... para esto sirve, para entender la vida y no esperar nada del desgraciado género humano... el resto sigue encastillado en sus triviales posiciones coyunturales de defensa de una civilización, o peor aún de un partido político...
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