Ocurre en todas las ciudades, salvo quizá en Madrid, no porque en Madrid haya un mayor interés cultural, no, sino que simplemente al ser una ciudad mayor hay más tipos de gente. En una ciudad pequeña como esta en la que vivo es un verdadero lujo que existan -veremos por cuanto tiempo- cines como los Casablanca.
Los Cines Casablanca están en el centro de la ciudad, junto al Teatro Calderón, son unos cines un tanto antiguos, con cuatro salas, que parecen haber caído en el olvido de sus ciudadanos. Hay otros cines, los Broadway, los Manhattan, los Roxy, además de aquellos presentes en los centros comerciales en los que se pasan películas más comerciales... nada que objetar, de hecho voy con frecuencia a los Broadway, entre otras razones por la cercanía a mi casa; pero los Casablanca tienen de interesante que son los únicos que pasan películas en versión original subtitulada, lo cual, francamente, es una suerte para todos los cinéfilos de verdad; además, en estos cines tienen la excelente costumbre de poner las películas que han recibido premio en los más prestigiosos festivales de cine, como el de Cannes, el de la Berlinale o el de San Sebastián... todo un lujo.
Respecto a la película, Érase una vez en Anatolia, es una larga cinta -dos horas y media- con un tempo muy lento, en el transcurso de una investigación policial sobre un asesinato; aparentemente no pasa gran cosa, se centra en los más nimios detalles de esos trámites en una región rural de Turquía; sin embargo, de forma subrepticia se van filtrando otras historias, soterradas, sin aparecer del todo... se hace partícipe al espectador de los sentimientos e historias de los personajes, especialmente del fiscal y del médico, casi como algo secundario. Se trata, pues, de una película intimista y refinada, aunque con esos detalles estén ocultos por una trama sencilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.