Reconozco que el periodo de entreguerras me resulta especialmente interesante, no porque lo considere como un extraño tiempo de paz entre las dos atrocidades bélicas del siglo pasado, no, -de hecho, tras la guerra nunca llega la paz, llegará la paz de los vencedores que supondrá la aniquilación de los vencidos-, me interesa porque en esta terrible época surgieron movimientos artísticos, literarios y en general culturales como nunca lo han hecho hasta la fecha. Sobre todo es llamativa la situación en Alemania, en la llamada, a posteriori, República de Weimar.
En la República de Weimar se desarrolla el Expresionismo pictórico y cinematográfico; escriben Stefan Zweig, Bertold Brecht, Alfred Döblin o Thomas Mann entre otros; se ruedan maravillosas películas como Nosferatu, El gabinete del doctor Caligari o Metrópolis... en definitiva esta etapa supuso el posicionamiento de Alemania en la vanguardia cultural.
En este tiempo está ambientada la novela de Arthur Solmssen, Una princesa en Berlín, incluso, participan personajes reales como Max Liebermann, Hermann Göring o el mismo Brecht.
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