La belleza del loco, del enajenado, de aquél que no tiene nada que ver con la gobernanza de este mundo putrefacto. Ya sea vagabundo sin rumbo por las calles, recluido en grises centros carcelarios, o anegado en alcohol o drogas.
A veces te comparo con Juan Ramón montado en su Platero, mientras los chicos gritan "el loco, el loco". Yo también soy/quiero ser un poco como ese enajenado, desecho en una sociedad cruel y utilitarista. Yo también soy/quiero ser un marginado, un ser sin sombra, sin destino, sin domicilio fijo... un hermano de los pájaros.
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