Una curiosa mezcla entre novela autobiográfica y ensayo sobre la veracidad de nuestras más principales creencias.
De Pirandello había leído Seis personajes en busca de autor, una ingeniosa fábula de inversión de roles entre autor y personajes, dándole la vuelta como a un calcetín a la creación en dramaturgia, un verdadero esfuerzo intelectual. Me pareció original, interesante, no me llegó a llenar completamente, pero, teniendo en cuenta que había sido escrita en 1921, se me antojó innovadora y notable.
Con esta ya no me cabe duda: Luigi Pirandello era un verdadero buscador de la creación literaria, alguien que no se conformaba con escribir pasables novelas que le reportaran fama y el dinero suficiente como para vivir de ello -como, por otra parte, hacen la mayoría de los "escritores que publican" actualmente, favorecido por el lamentable y endogámico panorama editorial- no, Pirandello trató de ser original... un renovador.
Uno, ninguno y cien mil cuenta la historia de un adinerado y joven caballero, heredero de una gran fortuna de origen financiero a quien todos toman por un pobre hombre (su mujer que lo trata como a un niño pequeño, sus apoderados del banco que lo estafan y manipulan; y los clientes que lo toman por un insensible usurero) que, sin embargo, reflexiona sobre las identidades: quién es él mismo, quién creen otros que es, quiénes cree él que son los otros, etc. Vitangelo, ese es su nombre aunque el se llama despreciativamente Moscarda, decide experimentar sobre su propia identidad tomando decisiones apresuradas y aparentemente irreflexivas sobre el banco y sus negocios sorprendiendo a propios y extraños. Como antes decía, un ensayo novelesco o una novela de ensayo.
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