Segunda novela (aunque esto es más bien un ensayo en forma de relato) que leo del autor judío húngaro, premio Nobel en 2002; la otra fue Sin destino, su obra maestra, me extrañó al ser una suerte de diario desapasionado de la vida de un adolescente en la representación de la muerte y la barbarie en el siglo XX, Auschwitz.
Kaddish por el hijo no nacido es, como antes dije, un relato ensayístico, perdón por el invento. En primera persona vierte sus frustraciones, inseguridades y mediocridades propias de todo ser humano pero a la vez diferentes para cada uno de ellos. Kertész se muestra como un ser sensible e inteligente que no logra comprenderse a sí mismo ni a la sociedad humana a la que pertenece, que se extraña, incluso, por tratar de comprender cuando alrededor suyo el resto sigue adelante día tras día sin preguntarse nada, tan solo amaneciendo y durmiendo, amaneciendo y durmiendo, así hasta morir.
El estilo literario es heterodoxo, como una recopilación de ideas tal cual vienen a la mente sin mucho orden ni concierto sino con naturalidad y espontaneidad.
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