Considerada como una de las obras principales de un director icónico, La hora del lobo es, sin duda, una película complicada, de muchas lecturas, que quizás haya que analizar contando con la compleja personalidad de Bergman como punto de partida.
Muchos la clasifican como una película de terror, principalmente de terror psicológico, pero dudo mucho que encaje de forma rigurosa esta definición. En La hora del lobo todo se narra de forma onírica, concretamente como pesadilla, con imágenes surrealistas y obsesivas que atormentan al personaje principal, encarnado por Max von Sydow, hasta llevarle a la locura. A pesar de estar ambientada en paisajes paradisíacos, una desierta isla escandinava, la maestría de Bergman acaba por presentarlo con un aspecto opresivo y extraño; la pequeña cabaña en la que viven el pintor y su mujer se nos aparece con una forma semejante a la que utilizaban en el expresionismo alemán; y el palacio habitado por extraños personajes es irrealidad pura.
A medida que trascurre la película, el pintor que buscaba aislarse para alcanzar mayor creatividad es asediado por sus recuerdos y comportamientos obsesivos, de los que no puede ser rescatado por una sencilla y amante esposa. En definitiva, no es una película fácil, claramente una obra de autor que no busca congraciarse con el público sino verter sus fantasmas interiores en poco más de noventa minutos.
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