Segunda novela que leo del anciano escritor albanés y Premio Príncipe de Asturias, Ismaíl Kadaré. La primera fue Abril quebrado, una recreación de la arcaica tradición albanesa, la "besa", un código de honor con anacrónica liturgia. Tras el pretencioso título, El ocaso de los dioses de la estepa, no se encierra sino un diario de la juventud de Kadaré en el Instituto Gorki de Literatura Mundial, en el que se codeó con grandes figuras de la extinta Unión Soviética.
El título es pretencioso porque, aunque todo está narrado con una amenidad notable, no son sino las experiencias de un chico joven -poco más de veinte años- en un ambiente de residencia universitaria o colegio mayor... hoy diríamos un "Erasmus". "Estepa" hay, sin duda, pues el citado Instituto Gorki estaba en Moscú, quizá los "dioses" eran los ya reconocidos autores soviéticos y el "ocaso" es la supuesta caída de los mismos; pero no deja de ser muy ambicioso y de estar fuera de la realidad de la narración.
Con todo, el texto es interesante, además de por las experiencias del autor, por como refleja ese universo ya destruido de la Unión Soviética en la que podían mezclarse con normalidad rusos -la mayoría- con bálticos -lituanos, letones y estonios-, caucásicos -georgianos, azeríes y armenios-, asiáticos -kazajos, kirguises o uzbekos- con algunos no soviéticos como el propio autor albanés. Como digo, un mundo ya derrumbado, quizá con graves problemas de libertad y brutalidad ideológica, pero también con la relevancia que pudo ser el intercambio cultural e intelectual entre pueblos tan distintos y que no se daba en aquellas épocas fuera de aquel país.
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