Puede parecer un juicio simplista, pero pienso que a todos los escritores, en cuanto que humanos, les afectan las vivencias personales propias a la hora de delinear personajes y argumentos hasta el punto de transmitirlos a estos. Un ejemplo sencillo serían los atribulados y perdidos protagonistas de los relatos y novelas de Kafka que tanto tenían que ver con él mismo. Otro caso notable son los personajes de Henry James, frecuentemente, al igual que el escritor, expatriados voluntarios que contraponen su cultura y sociedad de origen a las de acogida.
Las incomprensiones mutuas, diversos hábitos y diferentes escalas de valores son parte fundamental de los argumentos de estos relatos; todo, eso sí, suavizado por la voluntariedad del exilio que quita hierro a los problemas.
James, es bien sabido, fue americano de tercera generación, y, sin embargo, decidió abandonar su país para buscar la "pureza cultural" de la Inglaterra de sus ancestros. Un prejuicio muy estadounidense: el que considera a su país como el lugar del futuro, por su dinamismo, capacidad de adaptación y progresismo, y a Europa en general como la referencia cultural e ideológica de la que todo lo suyo mana.
Para un escritor considerado "victoriano", tanto por su época como por el estilo de su prosa, Inglaterra era la Meca en la que nutrirse de las lecciones de Dickens, las hermanas Brontë, Jane Austen y demás monstruos literarios.
Otro ejemplo de semejanza entre personajes y creadores son los orígenes sociales: los personajes de Henry James son de clase social alta, como el propio autor anglo-americano; los de Dickens, por contra, pertenecen al extracto más bajo.
Otro ejemplo de semejanza entre personajes y creadores son los orígenes sociales: los personajes de Henry James son de clase social alta, como el propio autor anglo-americano; los de Dickens, por contra, pertenecen al extracto más bajo.
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