Una gran producción (en el sentido económico) con grandes actores del momento: Colin Firth, Nicole Kidman o Stellan Skarsgard. Basada en una historia real: un soldado británico que es apresado, junto con sus compañeros, en Singapur y torturado por el Ejército Imperial Japonés; décadas después, el británico, que está literalmente perdido en recuerdos terribles hasta el punto de ser casi un despojo social, descubre (sus amigos lo hacen por él) que el torturador sigue vivo y trabaja como guía turístico en el mismo lugar donde tuvo lugar la ominosa tortura... decide ir a buscarlo, para vengarse.
Obviamente el guión se basa en las vivencias de Eric Lomax y por tanto ya existe una subjetividad, pero se podía haber hecho un esfuerzo de empatía para que, ya que es una película antibelicista, dar sentido a las vivencias del soldado japonés y las razones de su comportamiento. Porque si no es así, parece que los malditos "japos" no eran más que salvajes imperialistas sedientos de sangre mientras que los británicos no eran más que buenos chicos que estaban ayudando a los locales, verdaderos "boy-scouts". Cabe preguntarse entonces qué diablos hacían en Singapur a miles de kilómetros de su tierra...
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