Hay una razón clara y evidente por la que no me gusta leer literatura contemporánea: no saber hasta que punto estoy ante una buena novela que me aportará aquello que busco -evasión en novela fantástica o de terror, reflexión en novela social y actual, formación en novela clásica...-, o ante una éxito novelesco producto simplemente de una buena promoción editorial. Porque, sí, estoy un tanto harto de leer a autores de los que todos hablan maravillas, las escasas revistas literarias que leo promueven y las librerías recomiendan. Ya hablé de, en mi opinión, el fraude editorial que es el señor Salinger, el de El guardián entre el centeno, un escritor mediocre que fue elevado al parnaso literario por la potente industria editorial estadounidense; eso por no hablar de aquellos escritores que son subidos al carro de una generación literaria entre los que los hay mucho más dotados que ellos -véase la pléyade de escritores escandinavos que publican bazofia reconvertida en best seller-; todos ellos se beneficiaron de esa industria y son, por tanto, fenómenos editoriales, no literarios. Frente a ellos, el tiempo pone a cada uno en su lugar, y si perdura es, sin duda, porque tiene calidad. Me temo que entre estos fenómenos editoriales están el señor Roald Dahl.
No quiero ser injusto, Dahl es un escritor interesante: los relatos que componen este tomo son imaginativos, audaces, con giros inesperados -buena elección del título- y, en general, dejan un buen sabor de boca, pero no justifican el gran éxito internacional que tuvo este galés de origen noruego. Sé, por supuesto, que es principalmente conocido y admirado como autor de literatura infantil, entre los que se cuentan clásicos como Charlie y la fábrica de chocolate, Las brujas o James y el melocotón gigante. Pero de ahí a escribir literatura para adultos hay un mundo; no quiero decir que la literatura infantil sea en modo alguno inferior a la de adultos, simplemente son diferentes, no todo el mundo puede escribir de todo. Lo malo es que los señores editores cuyo objetivo principal no es otro que ganar dinero les tiene sin cuidado la calidad de lo escrito y solo tratan de aprovechar la fama que el escritor se haya granjeado en otro subgénero.
Con todo, Relatos de lo inesperado es un libro ameno, un tanto disparatado, de lectura fácil y agradable, muy oportuno para este periodo estival en que buscamos textos más livianos.
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