Probablemente el representante más genuinamente holandés del actual cine europeo. Un tipo que, habitualmente, dirige, firma el guión y actúa en todas sus películas: Alex van Warmerdam.
De todos estos, aquí en Cannes con todo el elenco de Borgman, el primero por la derecha, (por cierto en esa misma foto, su mujer, que también es habitual en sus películas es la quinta por la derecha, Annet Malherbe).
Como director, van Wardermam está activo desde los años 80, y aunque no ha firmado muchas películas (9 en casi 30 años), ha marcado de forma clara la cinematografía de los Países Bajos. Recientemente ha sido noticia por la película Borgman que hemos podido ver en nuestro país (otras no han llegado nunca a visionarse en nuestras salas aunque están disponibles hoy en internet). Borgman es un paradigma de su trabajo: un argumento que deja un tanto atónito, que no sabes si es una comedia de sutil humor negro, una agria crítica social, una visión surrealista y deformada de la realidad o simplemente una peculiar obra de autor.
En Borgman, el personaje principal, interpretado por Jan Bijvoet, es una suerte de vagabundo carismático y manipulador que, junto a otros cuatro amigos de una supuesta banda, es capaz de subvertir el aparente orden de una acomodada familia para acabar todo en tragedia no se sabe muy bien con qué finalidad. Una película que gusta, atrae, hipnotiza, pero uno se acaba preguntando: "¿pero esto qué es?".
Ya dije que hoy están disponibles en internet, en versión original, las películas de van Wardermam y, a pesar de que entre una y otra pasan lustros es evidente la semejanza que existe con estas últimas. Así, por ejemplo, en Abel (1986) se nos presenta a un "adolescente de 32 años" que vive con sus padres en una aparentemente normal familia de clase media, pero en la que subsisten problemas, empezando por la extrema pasividad (rayando en ser un "hikikomori") del hijo interpretado por el propio director; una extraña relación triangular con una bailarina de striptease sacará todas las miserias de la disfuncional familia.
En De noorderlingen (1992), que podría ser traducido por los nórdicos, o los septentrionales (quizá haga referencia a que la cinta está rodada en Haarlem, de donde es el propio van Wardermam, y que está al norte de su país), es, en mi opinión, una burla de la acomodada sociedad holandesa con sus inveteradas costumbres y rutinas, todo con un sutil humor negro que la hace realmente extraña.
En De jurk (1996) (traducible como El vestido), es más difícil distinguir el humor negro de la crítica social o simplemente de la peculiar visión de este hombre. Aquí, el hilo conductor es un singular vestido de mujer que, aparentemente, trae problemas y desgracias a todas aquellas que lo visten. Especialmente por la figura del intruso-violador que está representado por el propio director.
En todas las películas, el personaje principal es siempre alguien que borda, si no la locura, sí al menos la marginalidad social (un hombre de 32 años que vive como un chico, una comunidad rural llena de rarezas, un violador o un merodeador e intruso). Lo que más me gusta, sin embargo, es cuan desapasionadamente se presentan esos personajes, sin dar ningún juicio moral sobre sus más que extrañas actividades. Por lo demás, las películas de van Wardermar están muy cuidadas en cuanto a la fotografía y llegan a enganchar a pesar del extraño argumento.
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