martes, 17 de febrero de 2015

Inciso cinematográfico: "The Big Heat", dirigida por Fritz Lang en 1953

 Los grandes directores de cine de todos los tiempos, como Fritz Lang, no firman patrañas "buenistas", sino que crean películas crudas sin edulcorar como la vida misma, este es el caso de The Big Heat.
  The Big Heat es una película de cine negro. Como reza el cartel anunciador, hay "vicio, dados y corrupción", algo que en los años cincuenta era desgraciadamente patente y en nuestros días... exáctamente igual. El protagonista, un Glenn Ford con hechuras de duro, destapa la corrupción existente en la policía de su ciudad que hace la vista gorda, previo pago, a los infames delitos del gánster local. Su honestidad profesional le costará la vida a su joven mujer y su ostracismo en el putrefacto cuerpo policial. Finalmente, ayudado por una víctima "colateral" del criminal, desenmascara a todos, comprados y comprador una vez que ha sido expulsado de la policía.
   Desde el punto de vista cinematográfico, The Big Heat, es Fritz Lang puro. Es notable, por ejemplo, la soledad del héroe, que recuerda a aquel antihéroe cazado por el hampa de la ciudad en M, el vampiro de Düsseldorf, con una maravillosa actuación del genial Peter Lorre. No hay grandes alardes en la fotografía ni actores desbordantes esta vez, sin embargo todo redunda en un conjunto homogéneo y perfectamente verosímil.
    Afortunadamente, grandes hombres como los propios Fritz Lang y Peter Lorre consiguieron salvar sus vidas y huir de la barbarie nazi, aparte de para cumplir con el "mandato sagrado" de todo ser vivo, mantener la vida, para darnos un puñado de excelentes películas que ya forman parte de nuestro acervo cultural.

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