Hacía tiempo que quería visitar el Museo del libro Fadrique de Basilea de Burgos, sabía que era un pequeño museo pero con altas aspiraciones y, desde luego, no me decepcionó en absoluto. Escaneo su folleto y entradas.
El museo surge con la excusa, relativamente poco importante a nivel mundial pero más que notable a nivel local, de la labor editorial de Fadrique de Basilea en esta ciudad castellana allá por el siglo XV. Fadrique de Basilea, también conocido como Fadrique Alemán fue un impresor suizo que fijó su residencia en Burgos, allí editó notables incunables, entre ellos una versión de La Celestina, todo un hito para una ciudad que, por otra parte, tuvo mayor peso económico, social y cultural en aquella época que en la actualidad.
En un estrecho edificio de cuatro plantas se narra de forma amena e interactiva la historia de ese extraño elemento sin el que muchos no podríamos pasar: el libro. Comienza por las tablillas con escritura cuneiforme, la escritura jeroglífica egipcia, para continuar con los pergaminos medievales, el gran impulso que supuso la imprenta de Gutenberg, y finaliza con los últimos avances en el mundo editorial.
Es, sin duda, un museo modesto: por el tamaño, pero también por la ausencia de grandes obras (la gran mayoría de la exposición son facsímiles), pero es muy completo y didáctico. El espacio es sumamente agradable y el personal muy colaborador. En definitiva, una visita breve, apenas dos horas, pero que amplía la más que destacable oferta cultural de Burgos.
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