Estos tíos de Valdemar van a tener que nombrarme gran benefactor o algo por el estilo, porque vamos... no sé si me queda mucho catálogo de esta editorial por leer... Lo cierto es, bromas aparte, que la editorial Valdemar ha cubierto con una calidad francamente buena una época y una cultura de la literatura mundial que no habían sido, en mi opinión, suficientemente mimadas, estoy hablando de la literatura anglosajona del siglo XIX y principios del XX. Ahora empiezo con la enésima compilación de la obra "lovecraftiana", entiéndase este adjetivo como la narrativa creada por el solitario de Providence, pero también por todos sus discípulos (al menos de aquellos que tienen calidad suficiente).
Porque una de las grandes labores de H. P. Lovecraft fue imaginar y esbozar un inmenso universo de dioses primitivos, mundos lejanos y peligros ominosos para el género humano. Así, por ejemplo, en La llamada de Cthulhu lo que hace el autor es hilvanar levemente todas esas criaturas, dejando que los demás lo desarrollaran, ¿resultado? De todo un poco, algunos escritores sí estuvieron a la altura de Lovecraft y su desbocada imaginación, pero otros, la mayoría, rehacían una y otra vez burdos pastiches sin aportar nada nuevo. Y ahí es donde entran las recopilaciones: en escoger cuidadosamente lo potable de lo perfectamente olvidable, para dar un verdadero corpus literario a esa idea tan peregrina de los "grandes antiguos".
Como queja para la editorial Valdemar, he de decir que, puesto que ellos son los editores en español de este volumen, no los que eligieron los textos, que si bien la traducción de los relatos están a la altura de los autores (la traducción es de Francisco Torres Oliver, el mejor traductor y conocedor de Lovecraft junto con Rafael Llopis), ya podían haber buscado una traducción aceptable del prólogo de James Turner (fallecido director de la editorial Arkham House), porque no sé si genera más pena o indignación. Supongo que lo tradujo alguien que jamás leyó a Lovecraft, porque llega a confundir a Cthulhu con un "batracio gigante", eso por no hablar de las citas del propio Turner que pierden su numeración en la versión castellana. En definitiva, una vergonzante traducción del prólogo que desmerece la exquisita y erudita traducción del resto del volumen que está al nivel que nos tiene acostumbrado Torres Oliver.
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