¿Quién es Grimscribe? ¿Quién es el escriba de lo macabro? ¿El propio Ligotti? Eso no queda respondido en el texto, pero se puede aventurar que sí. El bueno de Thomas Ligotti es un tipo de sesenta tacos a medio camino entre Lovecraft y Stephen King (eso sí, dicho con respeto, con menos talento que los dos), aunque también tiene, por supuesto, características propias, que son un cierto apego por todo lo depresivo, lo oscuro, sea o no sobrenatural. Es el segundo tomo de este autor que leo (el otro fue Noctuario, también editado por Valdemar) y sigo pensando que es un escritor sombrío más que de terror. Entraría perfectamente en ese cajón de sastre que se han inventado en Estados Unidos y que llaman "literatura gótica".
Son relatos narrados en primera persona en la que el protagonista investiga fenómenos sobrenaturales, extraños y oscuros. El propio investigador es extraño y oscuro... pero mucho, mucho.
Partiendo de la suposición de que el escriba de lo macabro es Ligotti, organiza sus relatos en cinco voces: la del maldito, la del demonio, la del soñador, la del niño y la de nuestro nombre; todas esas voces son, obviamente, nuestras, en el prólogo se avisa: "pero incluso aunque no pueda saber su nombre, siempre he conocido su voz. Eso es algo que él no puede disfrazar, a pesar de que suene a muchas voces distintas. Reconozco su voz cuando lo escucho hablar, porque siempre habla de terribles secretos. Habla de los misterios y encuentros más grotescos, a veces con desesperación, a veces con deleite y, a veces, con una voz imposible de describir." Es muy esclarecedor.
La referencia a Lovecraft y King que hacía antes se justifica por el tipo de personaje que investiga y narra sus descubrimientos (una constante en la obra de Stephen King) y, en cuanto al "solitario de Providence" más habría que referirse al Círculo de Lovecraft, pues el primer relato de este tomo, La última fiesta de Arlequín, está clarísimamente ambientado en ese mundo llamado De Vermis Mysterii, que es en realidad un conjunto de narraciones en las que participa Lovecraft, pero está firmado por Robert Bloch. De Vermis Mysterii se convertirá en un grimorio que los propios Bloch y Lovecraft citarán en otros relatos, al igual que ha pasado, pasa y pasará con otro grimorio ficticio: el Necronomicón.
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