Es prácticamente imposible que Joseph Roth conociera la obra de Kafka, en primer lugar porque fueron coetáneos y Kafka publicó muy poco en vida; en segundo lugar porque un universo entero separaba las vidas del checo y el austriaco. Y, sin embargo, La rebelión es una novela típicamente kafkiana. Es kafkiana porque el personaje, Andreas Pum, es un pobre diablo que, sacrificando todo por su patria, por la ley y el orden acaba, por un absurdo incidente callejero, en la cárcel, donde todo se desmorona, donde se demuestra bien a las claras la injusticia de la sociedad humana, la más perversa de todas las sociedades animales.
La farsa del juicio por el que es condenado Andreas Pum, es Kafka puro; las alucinaciones que sufre en prisión parecen sacadas de El proceso; las absurdas y babosas ambiciones por ser un ciudadano ejemplar cuando la sociedad biempensante lo relega son las mismas que las de Gregorio Samsa tenía metamorfoseado en escarabajo.
Joseph Roth pinta en este relato todas y cada una de las angustias existenciales del hombre moderno: incomprensión de la sociedad, alienación, brutalidad de un poder autista y totalitario, falsedad del amor y la amistad... todo ello aderezado por un estúpido sentido del deber en Andreas Pum. La rebelión condensa todas las desilusiones que un ser humano puede alcanzar a los cuarenta y cinco años de vida (cuando muere Andreas y también Roth); es, en verdad, una auténtica guía de comportamiento para entender toda la mierda que cualquier espíritu sensible e inteligente sentirá con el devenir vital: desilusión tras desilusión. Todo falla; los padres se muestran como unos seres mezquinos y traumados, los amigos son falsos, el amor interesado, la patria una madrastra... así hasta acabar con Dios, que no soluciona nada, en su terrible autismo, Andreas le acaba espetando: "¡qué impotente es tu omnipotencia!"
No acabo de sorprenderme de cuán desconocido es Joseph Roth para la gran mayoría de los lectores. Es, sin duda, uno de los grandes escritores del siglo XX, alguien con una capacidad de síntesis y comprensión de la miseria humana que deja al nivel del betún a viejas glorias que no son más que meros beneficiarios de estrategias de marketing editorial. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para que todos lo reconozcan? ¿O es que Roth es demasiado claro para que la mezquina sociedad humana lo destaque?
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