La última obra de Zweig. Después, probablemente desesperado ante el hasta entonces imparable avance nazi en Europa y norte de África, se quitó la vida junto con su mujer en Petrópolis -Brasil- donde se habían refugiado de la barbarie nacionalsocialista.
El ajedrez -y el ajedrecista que es inicialmente presentado- es una mera excusa para presentar a otro personaje que no llega a ser nombrado y que relata el trato degradante que sufre por los nazis, en buena medida podría ser un alter ego de Zweig.
En realidad, las barrabasadas que cuenta ese personaje son menores comparadas con el exterminio en masa previa tortura de millones de individuos en los campos de concentración, se limitaban a tortura psicológica en la habitación de un hotel de lujo, peccata minuta verdaderamente. Sin embargo, Zweig acerca "el ascua a su sardina" sacando a la luz otra maldad de los nazis: el odio al antiguo régimen del Imperio Austrohúngaro, al cual, probablemente, considerarían un régimen degenerado (ellos, que demostraron ser los más degenerados de la Historia).
Tanto Zweig como Joseph Roth fueron unos burgueses amantes de la tradición social en tanto en cuanto dicha tradición les aseguraban vidas cómodas y seguras, eran, por tanto, conservadores típicos. En Novela de ajedrez Zweig apunta como motivo del odio de los nazis algo que no siempre se ha tenido en cuenta: el resentimiento. Los nazis se sentían víctimas de casi todos: de los judíos que les robaban el dinero, de los burgueses blandos que no luchaban lo suficiente, de franceses y británicos que empobrecían su país, de los comunistas internacionalistas que no eran suficientemente patriotas... Es muy improbable que hubiese surgido el movimiento nacionalsocialista sin la derrota en la Gran Guerra, las humillantes condiciones impuestas por los vencedores y la demoledora crisis económica que sufrió Alemania en los años 20 con una hiperinflación que empobrecía a los ciudadanos a ojos vista. Sí, con todo ese resentimiento reaccionaron de forma virulenta y brutal engendrando ese monstruo ominoso que conocemos como el Tercer Reich. Zweig lo narra de forma sencilla y clara en una novela breve (o relato realmente, su forma favorita) que tiene un punto más moderno que las anteriores, más centradas en la pérdida que supuso para él la desaparición del viejo Imperio.
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