He defendido varias veces la labor divulgativa de algunas editoriales que compilan distintos textos sobre un determinado tema; la considero una labor divulgativa porque sirve para divulgar a los distintos autores que, según edad o conocimientos generales, pueden no ser conocidos por todo el público. Reconozco haberme enterado de la existencia de algunos escritores a través de estas compilaciones hechas en su mayoría (¡oh gloriosa bendición!) en ediciones de bolsillo. Ahora, sin embargo, no voy a hablar bien de esta.
No hablaré bien de Sanguinarius porque los relatos contenidos son claramente menores en el subgénero del terror. El volumen se abre con El vampiro de Polidori, ese dilettante ayuda de cámara de Lord Byron (se insinúa que también de cama) y suicida a sus veintiséis años, que competía con su señor y con Mary Shelley en una suerte de certamen literario entre cuatro amigos que ganó de lejos la Shelley y su Frankenstein o el moderno Prometeo. Y eso que John William Polidori quedó segundo, porque el pijo de Lord Byron se retiró ante la predecible derrota. Bueno pues si el noble hubiera presentado su relato muy probablemente habría relegado al angloitaliano al tercer puesto, porque El vampiro, con el sobrenombre de La novia de las islas es un relato malo, pero malo malo. Vamos que, modestia aparte, un servidor cree haber escrito cosas mejores que este cuento fantástico. Es malo porque es previsible; los personajes son planos, sin detallar apenas; el léxico es vulgar... todo como sacado de un concurso literario para adolescentes.
El segundo relato, El esqueleto del Conde o la amante vampiro de Elizabeth Caroline Grey, es igual de flojo: un montón de sitios comunes con muy poquito picante para ser un relato fantástico. Sé que esos dos relatos citados son únicos a su manera, el de Polidori por esa relación tan metaliteraria con Lord Byron, que fuera llevada a la gran pantalla por Gonzalo Suárez en Remando al viento; la segunda, según dicen, es la primera obra sobre vampiros escrita por una mujer... Todo ello perfecto, pero siguen siendo relatos flojos.
En fin, continuaré leyendo el pequeño volumen por si encuentro una joya escondida, no sé, no sé...
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