Me gusta mucho Sfar como dibujante. Tiene un estilo muy personal, con dibujos un tanto desastrados y colores nítidos (una interpretación propia del "cómic de línea clara"), pero sus personajes y paisajes, de tan cambiantes en la forma, tienen algo de onírico. Sin duda, Joan Sfar supone una nueva punta de lanza del incombustible cómic franco-belga junto con otros autores jóvenes como Benjamin Lacombe (más un ilustrador que dibujante de cómic) que se une a la de los inagotables veteranos como Jacques Tardi.
De Sfar tengo sus cinco tomos de El gato del rabino y Chagall en Rusia. Es, aparentemente, un tipo muy interesante, que no duda en poner en tela de juicio (sin críticas rencorosas sino a la luz de su inteligencia) su cultura y educación judía en el mundo de hoy; esto lo convierte en alguien muy atractivo no solo como dibujante sino también como escritor e intelectual.
Su adaptación de El principito, en cualquier caso, es extremadamente fiel a la novela de Antoine de Saint-Exupéry, no se toma libertad creativa alguna. De la obra de Saint-Exupéry, ¿qué decir? Por supuesto que es uno de los textos más malinterpretados de la historia, empezando por su clasificación como "literatura infantil o juvenil" cuando es claramente para adultos con criterio propio, hasta la superficial interpretación de los personajes principales y secundarios que son una feroz crítica del mundo hipócrita de lo establecido y de la estupidez humana.
Claro que, tal vez, el hecho de que Saint-Exupéry fuera un noble que desde niño tuvo de todo, que luego casó con una millonaria y llevó una vida regalada dificulte el hecho de conceptuarle como un crítico inmisericorde de la sociedad. Y sin embargo, doy fe que el "niño bien" de Saint-Exupéry realizó una de las burlas más mordaces y atinadas de la tristemente simiesca (con el permiso de los inocentes simios) sociedad humana en su obra más conocida.
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