Para mí, Jacques Tardi es el mejor dibujante de cómics de todos los tiempos. Su diseño de línea clara, con blancos y negros que refuerzan la crudeza de la historia contada; sus temas, en absoluto infantiles o juveniles, pero tampoco soezmente pornográficos, sino antibelicistas y de novela negra; el extremo cuidado con el que dibuja paisajes, calles, casas o automóviles, le aúpan a un nivel al que nadie ha accedido hasta el momento. Lo mejor, no obstante, es que no es el escritor de sus relatos (salvo las relacionadas con las guerras mundiales y de las que obtuvo información de su propio padre) son tomadas de la pléyade de grandes escritores franceses de novela negra (Millet, Manchette, Simenon...), con lo cual la trama es de mayor calidad que la de aquellos dibujantes de cómic que también pretenden ser escritores (véase a los también grandes Vittorio Giardino o Hugo Pratt).
Éste en concreto está basado en un relato de Jean-Patrick Manchette, novelista y crítico literario fallecido a finales del siglo pasado. Estos ilustradores dieron un lustre importante al subgénero, que los editores aprovecharon para cambiarle el nombre de cómic a novela gráfica y hacerlo así más apetecible por el público adulto.
Nunca me gustó mucho la novela negra o policiaca, pero he de reconocer que la combinación de ésta con el cómic es francamente interesante cuando lo pone en práctica gente como Jacques Tardi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.