© Luigi Novi / Wikimedia Commons |
Con dos simples ejemplos, las cachipollas y los árboles, Pratchett pone en solfa toda la estúpida incomprensión humana sobre el paso del tiempo. Igual que un hombre recuerda retrospectivamente su vida haciendo referencia a los años de su infancia y juventud y cómo ahora ya nada es igual, las cachipollas lo hacen con horas y los árboles con siglos. La burla del inglés ridiculiza la supuesta gravedad humana, su risible vanidad. ¡Qué pena que casi nadie, al menos en este país olvidado de Dios aunque no de sus curas y obispos, lea a Pratchett, así rodarían testas vanas y soberbias y surgirían cabezas lúcidas y humildes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.