domingo, 2 de junio de 2019

"El segador", una aventura del Mundodisco, por Terry Pratchett.

 Undécima entrega del Mundodisco. La tortuga espacial, Gran A'Tuin sigue surcando el espacio exterior, con cuatro gigantescos elefantes sobre su caparazón, sobre los que descansa un planeta con forma de disco. El segador pertenece al "arco argumental" de La Muerte, personaje muy interesante, al que Pratchett le saca un partido bestial.
  Porque claro, hay que imaginarse al personaje con túnica negra, gran estatura y con la guadaña al hombro... alguien como Pratchett es capaz de sacarle un rendimiento enorme. En El segador, La Muerte es poco menos que despedida de su trabajo por haber desarrollado una personalidad, y... ¿qué puede hacer alguien tan peculiar como ella fuera de su actividad normal? Ahí es donde la imaginación desbordante de Terry Pratchett actúa. Con respecto a La Muerte, trata de buscarse una vida "normal", lo que la lleva a buscar un nombre que la pueda definir y un trabajo del que vivir. Acaba haciéndose llamar Bill Puerta y trabajando como segador (qué hacer si no con la guadaña) para una avara ancianita. Pero claro, ahora que La Muerte no trabaja como siempre, ¿quién se encarga de llevarse a los que mueren? Nadie, por eso la vida (mejor dicho, las vidas) en el Mundodisco se alargan indefinidamente. Nadie muere, los muertos resucitan, lo cual genera alguna situación, digamos, incómoda.
  Pero como siempre en Pratchett, el argumento es lo de menos. Lo de más es la burla a la sociedad humana, el fino sarcasmo que obliga a leer cada párrafo con atención reforzada... ¡bendita obligación! Lo cierto es que leer a Pratchett provoca una sonrisa no de las facilonas sino de las que te hacen replantearte la vida para saber si tiene sentido lo que haces y si lo que es tomado por importante es, en realidad, insignificante y viceversa. Un verdadero placer intelectual.

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