No es lo primero que leo de este autor, y creo que la conclusión que tuve fue parecida a lo que estoy sintiendo ahora. Isaac Bashevis Singer vivió en un asentamiento judío (en yiddish, shtetl) de Leoncin (actual Polonia, entonces Imperio ruso) y a sus treinta años viaja y se radica definitivamente en Estados Unidos. Quizá ese cambio tan brusco provocó en el escritor una ruptura sin solución: de su lengua materna (yiddish) y su familia y educación judía ortodoxa al inglés y la vida moderna americana. Aparentemente, su vida se modificó por completo y se adaptó a su nuevo país: su indumentaria, sus costumbres, incluso su vegetarianismo militante... se convirtió en un estadounidense al cien por cien. Pero su infancia y juventud fue otra cosa... y precisamente su obra como escritor es ese mundo, el de los judíos del Este y centro de Europa que fueron barridos de forma brutal con los pogromos zaristas primero y con el holocausto perpetrado por los nazis después.
Satán en Goray fue una de sus primeras novelas. Escrita en yiddish, está ambientada en Europa oriental en el siglo XVII. Narra episodios de mesianismo entre los judíos, algo que parece que no fue tan inusual en aquellos tiempos en los que cuando un talmudista adquiría prestigio y seguidores podía llegar a suscitar tal admiración que sus fieles llegaban a creer que era el mesías. Todo esto, claro esta, llevaba al enfrentamiento sangriento entre distintas facciones de los judíos, que además tenían que soportar distintos pogromos antisemitas de los gentiles.
Isaac Bashevis Singer es, en mi opinión, más descriptivo que narrativo, pues llega a ser extraordinariamente meticuloso en la descripción de los habitantes y sus formas de vida en esos asentamientos que proliferaron por aquella parte de Europa hasta mediado el siglo XX.
Según yo lo veo, la labor de Bashevis Singer es más importante en esta descripción que en la narración de unos u otros hechos, toda vez que aquel mundo judío europeo desapareció de forma tan inhumana y no queda resto alguno que no sea el meramente arqueológico. Diríamos que el autor se comporta como un notario que da fe de la existencia de esa cultura tan diferenciada del resto de las europeas y nos recuerda la historia de violencia que tuvo lugar en este subcontinente, algo importante de recordar para que no vuelva a producirse nada semejante sobre ninguna otra minoría social.
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