Colección de cuentos, relatos y poemas del autor de Coraline y Sandman. Como casi todas las compilaciones, muy heterogénea. La diversidad, que puede ser vista como amenidad, proviene tanto de lo variable que es Gaiman como escritor, como de que es más un escritor de oficio que pasional. Explicaré esto más detenidamente: cuando digo que Neil Gaiman es un escritor de oficio quiero decir que se nota que todo está trabajado, que no es fruto de la inspiración genial de un momento. Esto puede enfocarse como algo positivo o como algo negativo. Es positivo porque demuestra que la creación literaria necesita también de esfuerzo, rutina, horario y dedicación; también es positivo porque los relatos tienen pocos defectos, se nota que están corregidos una y mil veces hasta el nivel en que los lee uno. Sin embargo, que Gaiman sea un escritor de oficio también puede verse como un defecto, como la destreza que adquiere un profesional de cualquier ramo que acaba por odiar su profesión; además, es negativo porque se aprecian relatos que son correctos, no están mal, pero tampoco son nada del otro mundo.
No sé si me explico bien, quiero decir que otros escritores como Poe o Lovecraft no tenían mucho oficio (aunque ambos trataron de forma denodada durante sus cortas vidas de vivir de lo que escribían) en el sentido de que sus maravillosos relatos y cuentos de terror no están muy trabajados, son como diamantes en bruto, de una calidad difícilmente alcanzable. Uno no se imagina a ninguno de estos dos genios escribiendo con un horario fijo, mentalmente estables y con actitud positiva; al contrario, me los imagino escribiendo de forma arrebatada y pasional tras una noche de pesadillas, dejando todo escrito casi a la primera (benditos talentos los suyos), sintiendo, en definitiva, que la literatura los "instrumentalizaba" a ellos como vía de salida; como si Poe y Lovecraft hubieran sido elegidos por la literatura y no al revés.
Quizás estoy siendo un poco injusto con Gaiman, que es, sin duda, uno de los mejores escritores de ciencia ficción y terror del momento. Puede que todo sea la típica exigencia editorial que obliga al autor a publicar con cierto ritmo aunque la calidad no sea ya la exigible para él.
Así se explicaría que en esta compilación lo mejor está justo al principio y al final (a mí, particularmente, me ha gustado mucho el último relato, Black Dog). Es como el consejo que se da a los malos estudiantes cuando pueden elegir el orden de las preguntas de un examen: poner las que mejor se saben al principio y al final, dejando las más flojas en el centro, como una suerte de bocadillo, para que el examinador guarde una buena impresión y olvide las preguntas peor contestadas.
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