Hacía mucho tiempo que quería leer a Potocki. Los de la editorial Valdemar lo habían publicado hace relativamente poco tiempo, rescatado del olvido del que lo había sacado Alianza Editorial el año que un servidor nació. De hecho, la edición que leo, sacada de biblioteca pública, of course, es la quinta reimpresión que data del año 93. Los chicos de Valdemar han tenido la más que loable intención de revivir un clásico que ha estado olvidado demasiado tiempo (en otra entrada ya les doré la píldora a cuenta de esto). Valdemar tiene un catálogo que va ampliando poco a poco (hace no tantos años, por ejemplo, iniciaron una exitosa colección de novela ambientada en el Lejano Oeste), pero tiene como cuerpo central la narrativa de terror y misterio. Manuscrito encontrado en Zaragoza no es ni de terror ni misterio, bueno... esto último sí... un poco... Me explico: de esa llamada narrativa de terror o misterio, la mayoría de autores (al menos los que crearon escuela y fueron seguidos, si no imitados en todo el mundo) eran anglosajones y del siglo XIX y principios del XX. Jan Potocki era polaco, aunque escribía en francés, y nacido en 1761 y muerto en 1815, o sea, que entraría en el paréntesis de fechas antes citado de puro milagro. Con todo, no es el autor tipo de Valdemar; sin embargo, su obra sí se puede englobar en la narrativa de temas misteriosos, lo que los ingleses llaman "literatura gótica" y en el resto del mundo civilizado tienden a llamar "Romanticismo literario", esto es, desde 1770 hasta, aproximadamente, hasta mediados del XIX, justo la vida del autor polaco; además, en este romanticismo literario se da un gusto (a veces morboso) por lo exótico, lo anómalo, lo misterioso y lo fantasmagórico. Ahí encaja Jan Potocki perfectamente, por fechas y por gustos, pero, además, para hacerlo más propio casi de un cliché, Potocki acabó sus días de un pistoletazo autoinfligido. Sí, igual que nuestro Larra.
Por cierto, que quede claro que el pistoletazo que se pegó el polaco fue a sus cincuenta y cuatro años tras una azarosa vida en lo personal, con disfrute de altos cargos diplomáticos y viajes a lo largo y ancho de Europa, mientras que el español se lo pegó a los veintisiete por un desengaño amoroso. Habiendo pasado ya más de doscientos años de aquellos pistoletazos no es que importe nada ya, pero vamos...
Bueno, centrándome en Manuscrito encontrado en Zaragoza, es una obra típicamente romántica, principalmente por mostrar una tierra lejana, España (lejana para un polaco, claro) con todos los tópicos románticos imaginables: Sierra Morena llena de bandidos, gitanos embaucadores, criptojudíos practicantes de la cábala, brujas embelecadoras de sensual apariencia, fantasmas de caballeros que purgan una vida de disipación y pecado, moriscos que perduran en las Alpujarras practicando su religión y tratando de convertir a cristianos desprevenidos... Un panorama inverosímil para principios del siglo XIX, cuando fue escrito (salvo lo de los bandidos, claro). En fin, la imagen que proyecta de nuestro país sería equivalente a una novela ambientada en el norte de Noruega, en época actual y poblada por auténticos vikingos que luchan contra trolls y el kraken. "Diver" pero absurdo. Desde el punto de vista formal, la prosa de Potocki es amena, de lectura fácil para tener doscientos años, con pocas frases subordinadas y adjetivación relativamente escasa.
El argumento trata sobre un manuscrito hallado en la capital aragonesa que narra las aventuras de un oficial valón del ejército napoleónico , Alfonso van Worden, que se encuentra con todas esas extrañas criaturas en un viaje de Andalucía a Madrid.
Encuentro que la novela ha debido envejecer mal, con el cambio de gusto del lector medio, que tanto difiere entre el del siglo XIX y el XXI, a diferencia de otros autores de aquel siglo (Dickens y todos los llamados "victorianos", por ejemplo) que siguen siendo leídos con mayor profusión. Con todo, la novela es entretenida y curiosa, quizá la ambientación en nuestro país distraiga algo (o lo centre, según cada lector).
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