Se considera la narrativa de terror como algo relativamente moderno en la literatura universal. Algo que "explosiona" a nivel de público en el siglo XIX, aunque en siglos anteriores, incluso desde la Edad Media, ya había textos que, claramente, buscan aterrorizar al lector, aunque fuera con ánimo proselitista. Y, efectivamente, la literatura de terror es tan antigua como el hombre. Para muestra, un botón. El (supuestamente) libro más moderno, en el sentido de reciente, del Antiguo Testamento, Sabiduría, tradicionalmente atribuido al Rey Salomón, aunque los exégetas lo creen más moderno. Un texto, el que copio a continuación, que podría haber sido firmado por Edgar Allan Poe o H.P. Lovecraft perfectamente. En realidad no es tan extraño en un conjunto de libros tan heterogéneo como el Antiguo Testamento, pues entre los libros proféticos e históricos se cuela un poema erótico como el Cantar de los Cantares. Aquí, pues, el capítulo 17 de Sabiduría:
Sab17 1 Grandes e inenarrables son tus juicios, | por eso las almas ignorantes se extraviaron.
2 Cuando los malvados creían que podían oprimir a la nación santa, | se encontraron prisioneros de las tinieblas, encadenados en una larga noche, | recluidos bajo su techo, desterrados de la eterna providencia.
3 Pensaban permanecer ocultos con sus secretos pecados | bajo el oscuro velo del olvido, | pero se vieron dispersos, presa de terrible espanto, | sobresaltados por alucinaciones.
4 El escondrijo que los protegía no los libraba del miedo, | pues a su alrededor retumbaban ruidos escalofriantes | y se les aparecían sombríos espectros de lúgubre aspecto.
5 No había fuego capaz de alumbrarlos, | ni el brillo resplandeciente de las estrellas | lograba iluminar aquella noche horrible.
6 Para ellos solo lucía una hoguera espantosa | que ardía por sí misma, | y cuando desaparecía la visión, quedaban tan aterrados | que les parecía más macabro aún lo que habían visto.
7 Los trucos de la magia habían fracasado | y su alarde de sabiduría quedó en ridículo,
8 pues los que prometían expulsar miedos y temores de la gente enloquecida, | enloquecían ellos mismos con un pánico ridículo.
9 Y aunque nada inquietante les atemorizase, | sobresaltados por el paso de las alimañas y el silbido de los reptiles,
10 sucumbían temblando, | negándose a mirar aquel aire inevitable.
11 Pues la maldad es cobarde y a sí misma se condena, | acosada por la conciencia,
siempre se imagina lo peor.
12 Y el miedo no es otra cosa que el abandono de los auxilios de la razón:
13 cuanto menor es la confianza en uno mismo, | mayor parece la causa desconocida del tormento.
14 Durante aquella noche realmente imposible, | surgida de las profundidades del impotente Hades, | durmiendo todos el mismo sueño,
15 unas veces los perseguían espectros monstruosos, | y otras, al fallarles el valor, desfallecían, | pues los invadió un miedo repentino e inesperado.
16 Así, cualquiera que caía en una tal situación | quedaba atrapado, encadenado en aquella cárcel sin barrotes;
17 fuese labrador o pastor, | o un trabajador que se afana en solitario, | sufría, sorprendido, el ineludible destino,
18 pues todos estaban atados a la misma cadena de tinieblas. | El silbido del viento, | el canto melodioso de los pájaros en el ramaje frondoso, | la cadencia del agua fluyendo impetuosa,
19 el estruendo de las rocas al precipitarse, | la carrera invisible de animales al galope, | el rugido de las bestias más feroces, | o el eco que retumbaba en las oquedades de las montañas | los dejaba paralizados de terror.
20 El mundo entero resplandecía con luz radiante | y se dedicaba sin trabas a sus tareas;
21 solo sobre ellos se cernía una noche agobiante, | imagen de las tinieblas que les esperaban, | aunque ellos eran para sí mismos más agobiantes que las tinieblas.
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