Cambio total de tercio con respecto a Bellow. Si en el americano la prosa es lenta, con mil y una digresiones y reflexiones; en el islandés es rápida, con frases cortas, nada de reflexiones, todo acción. Laxness, premio Nobel de literatura de 1955, plantea una historia en su país natal ambientada en el siglo XVIII, en época de miseria extrema y bajo dominio político danés. La novela tiene (supongo que de forma intencionada) la forma de las famosas "sagas" islandesas, relatos épicos que narran de manera un tanto fantasiosa las hazañas de grandes héroes locales; así, uno de los protagonistas principales recorre Islandia a pie para escapar de una pena de muerte injusta, embarcarse hacia el continente y, tras pasar por Países Bajos y Alemania, llegar hasta Copenhague y pedir el perdón real; de vuelta a Islandia y conseguir el reconocimiento social que le había sido hurtado.
La novela tiene tintes nacionalistas bastante claros aunque no exacerbados: los islandeses, aunque paupérrimos y brutos, son nobles y honestos, en tanto que los daneses son crueles y falsos; pero, además, el texto es rico en referencias al folklore islandés, tanto literario como histórico. Pero la cercanía a la novela histórica no impide que haya algún momento cómico (escaso, todo hay que decirlo) que me ha recordado a Simplicissimus, como cuando, una vez en Rotterdam, confunde a una prostituta con la mujer de un importante líder, "un pastor o un arcipreste"; es un humor también un tanto anacrónico, más propio de una novela picaresca que de otra cosa.
Otra cuestión es cómo empatizar con los personajes y sus terribles sufrimientos: no sé si será por la distancia cultural o por la forma arcaica y descarnada de la narración, pero a mí me ha sido imposible acercarme a los sentimientos de esta gente. Tal vez sea por lo que decía al principio, lo áspera que es la narración, sin reflexión ni apariencia de sentimiento humano alguno.
En fin, una novela "muy islandesa", por la ambientación, el modo de narrar, la actitud apática de los personajes... Para mí, una aproximación en plena canícula a un lejano país que ni entiende de canícula ni calores de ningún tipo.
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