Pocas ocasiones divulgativas hay tan interesantes como la celebración de eventos que facilite el acceso a la cultura del grueso de la ciudadanía. Digo esto porque, desgraciadamente, la cultura de los museos, vaya, la posibilidad de ver algo divertido y entretenido además de formativo en la visita a un museo es algo infrecuente en este país (y supongo que en todos los demás). Así, esto de los "días internacionales de..." cuando lo que sigue es "los museos" o "el cine" o "la lectura" me parece especialmente benigno para la sociedad. Ya sé, ya sé, los museos están abiertos todos los días del año (menos los lunes, claro) y a un precio simbólico, no hay necesidad de esperar a que se celebre ningún "día internacional de..." para descubrirlos; pero, con todo, la iniciativa me parece loable y confío en que mucha gente joven llegue al descubrimiento de estas instituciones gracias a estas jornadas. En todo caso, creo que la mejor forma de demostrar adhesión a una iniciativa pública es participar en ella, así que aquí está mi visita de hoy, al Museo Oriental de Valladolid, en el Real Colegio de los Padres Agustinos.
Imagen tomada de la propia web del museo: www.museo-oriental.es
Valladolid, siendo una urbe que en el ámbito político y social ha venido a menos (que ningún vallisoletano se ofenda, pero recuérdese que antaño Valladolid fue capital de un imperio "en el que no se ponía el sol" y hogaño es la discutida capital "de facto" de una comunidad autónoma) tiene el mérito de ser la única ciudad fuera de Madrid en tener un museo nacional, concretamente el de escultura. Bien, el Museo Oriental tiene menor importancia que el de escultura, pero no deja de ser un notable lujo para una ciudad por debajo del medio millón de habitantes.
El Museo Oriental (sito en el Paseo de Filipinos 7, junto al Campo Grande) forma parte del convento de los Agustinos Filipinos (el nombre de la calle, claro, lo toma del propio convento), que lleva aquí desde 1759 con la finalidad principal de formar sacerdotes para las misiones en Filipinas que la orden tenía allá. Con el devenir del tiempo, además de albergar el seminario, el edificio (proyectado por Ventura Rodríguez, por cierto, autor del Palacio Real o de la Fuente de la Cibeles, entre otros monumentos) comenzó a exponer al público obras traídas desde China, Filipinas y Japón por los propios agustinos y de aportaciones de particulares. Hoy, el Museo Oriental de Valladolid es uno de los más importantes, al menos de España, y más variados del arte antiguo de estos tres enormes países.
Talla china en marfil de elefante. Museo Oriental de Valladolid.
El museo se localiza en los sótanos del convento, en una disposición excelente, por temperatura y humedad, al abrigo de los altibajos térmicos anuales propios de la ciudad castellana. De las dieciocho salas expuestas, ocho son de China, cinco de arte filipino y cuatro japonés. Las ocho primeras, las chinas, contienen bronces, monedas, porcelanas, nácar y marfil con piezas que van desde el siglo V a.C. hasta la actualidad, muchas de un preciosismo asombroso. Las cinco salas de Filipinas tienen, sobre todo, maquetas que informan sobre características sociológicas distintas según las diferentes islas del archipiélago, y recuerdos históricos de la Guerra Hispano-estadounidense. Por último, las salas dedicadas al arte japonés incluyen armaduras de samurais, katanas, cerámicas y porcelanas.
Máscaras japonesas del Teatro Noh. Museo Oriental de Valladolid.
Todo ello hace de este museo un pequeño espacio, pero muy completo de piezas que tienen un valor simbólico extraordinario, colocando esta colección en lo más alto del circuito museístico español, uno de los más ricos del mundo.
No podía dejar de señalar que la administración del Museo Oriental se lleva a cabo exclusivamente por los propios padres agustinos, sin gestión pública alguna. Ignoro si esto es decisión de la orden o de las administraciones, pero, hasta cierto punto, merma la capacidad de difusión de un museo que merece ser incluido en el circuito museístico estatal. Ahora, el Museo Oriental, por presentación de las obras expuestas y por capacidad publicitaria, se encuentra en una suerte de "segunda división" de museos, como los diocesanos y universitarios, cuando, ya digo, podría "jugar la Liga de Campeones".
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