Habitualmente me quejo de que esa gigantesca máquina de hacer películas mediocres que conocemos como "Hollywood" no hace sino coger guiones y películas de otros países, y adaptarlos a sus gustos, con sus actores y ambientado en Estados Unidos. Pero eso, en verdad, es una simplificación. Es una simplificación porque se hacen "remakes" en todas partes, con menor o mayor acierto, pero lo cierto es que nunca hubo un culto a la originalidad. Así, una copia (en mi opinión con resultado negativo) es lo que el admirado Carl Theodor Dreyer hizo de una película homónima dirigida por Gustaf Molander; Dreyer, danés, la filmó en 1955 y Molander, sueco, en 1943; pero, claro, la obra original era un drama del danés (ignoro si esto de la nacionalidad tiene mucha importancia, la verdad) Kaj Munk. Tal vez sea injusto hablar de "copias" en el cine, como nadie diría que la representación de una obra teatral es una copia... En fin, no sé...
Imagen tomada del sitio www.filmaffinity.com
Hablo de la película Ordet (La palabra) que se rodó (vaya usted a saber en qué terribles condiciones bélicas) en 1943, en Suecia. Terribles condiciones bélicas que con un poco de suerte no impidieron verla terminada a su creador literario, el dramaturgo y pastor luterano Kaj Munk, pues fue asesinado por la Gestapo al año siguiente de estrenarse. Esta película, acabada la contienda mundial, tuvo su "remake" en la más famosa versión danesa de Carl Theodor Dreyer con su uso extensivo (alguien dirá abuso) del plano secuencia.
Bien, Ordet es una película religiosa, ambientada en Escandinavia en época moderna. Dos familias enfrentadas por su distinta interpretación del Cristianismo: una seguidora de la corriente luterana principal del país y la otra pietista. De las dos familias, la de Knut Borg (la adherida a la corriente principal) vive una vida de esfuerzo laboral, de pequeñas alegrías cotidianas, pero no exenta de conflicto: el hijo mayor, Knut, se aleja de la fe de sus mayores y su liturgia con descreimiento; el siguiente, Johannes, estudia para ser pastor, pero una profunda crisis de fe también lo aleja de su vocación; por último, el benjamín, Anders, se enamora perdidamente de la hija del pastor pietista, contraviniendo así los deseos del padre. Todo se agrava cuando los patriarcas de ambas familias impiden la relación de los jóvenes, Johannes ve morir a su novia y enloquece, e Inger (mujer de Knut) muere en el parto de su hijo. En la más absoluta devastación anímica, la fe, otrora bastión inexpugnable, se muestra ahora como algo estúpido y anticuado, inservible; pero será la fe, de nuevo, la que conseguirá el reencuentro de las dos familias, la sanación de Johannes e incluso el milagro con la resurrección de Inger.
Imagen tomada del sitio www.rarefilmm.com
En 2022, la película puede parecer un tanto ingenua, de una esperanza cuasi infantil, pero estoy seguro de que en la Europa ensangrentada de 1943 las ansias de milagro hacían que el público la entendiera plenamente. Igual esas "ansias de milagro" que me han sonado un tanto extrañas incluso a mí al escribirlo son necesarias tenerlas siempre. Sí, en 2022, después de una pandemia que ha vuelto a sacar lo malo del ser humano, con sus egoísmos, sus vanidades y sus guerras sólo la fe puede servirnos de asidero existencial, para pensar en la Vida mientras se nos pasa la vida.
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