Con Hamsun, Premio Nobel de literatura de 1920, he tenido altibajos: he leído con regular aceptación novelas como Misterios, Pan, Hambre o El círculo se ha cerrado. Me gustaron más o menos pero no me parecieron grandes novelas, no, desde luego, para merecer el Premio Nobel. Sin embargo caí rendido a su capacidad narrativa cuando leí La bendición de la tierra, una de las mejores novelas que recuerdo haber leído desde joven; como ya dije en la entrada, ésta es una narración cuasi veterotestamentaria, pues los personajes son tan arquetípicos que bien podrían haber pertenecido a la saga de los patriarcas bíblicos. La bendición de la tierra muestra a un Hamsun profundamente conocedor del alma humana, capaz de crear una epopeya sin igual, ya digo, sería bíblica si no fuera porque en lugar de estar ambientada en Tierra Santa lo está en Noruega. En fin, que esa novela me enamoró del autor escandinavo. Así que cuando leí en la contraportada de la trilogía que estoy reseñando: "Un hombre de mirada lúcida huye de la ciudad para vagar por los bosques y las montañas de Noruega, ganándose la vida como puede mientras observa la asombrosa naturaleza y las costumbres humanas de quienes se cruzan en su camino....", no pude menos que comprar el libro (editado, además, como a mí me gusta, en edición de bolsillo) y comenzar a devorarlo en pocos días.
Pero, ¿hacía honor al argumento principal esa pequeña recensión de Penguin Random House? ¡Hombre, pues sí y no! Como suele pasar con las reseñas de las contraportadas no son sino anzuelos con cebo que han de atrapar a un ávido lector. Dicho así suena francamente mal, pero no es injusto, me explico: la obligación de la editorial no es sino la de vender libros, claro está; sin embargo, algunos ingenuos seguimos pensando que, teniendo este fin en la mente, la editorial debe ser fiel al autor y a su obra, no falsear ésta ni mentir sobre aquél. ¡Dios, qué ingenuo soy! En todo caso, la editorial Penguin Random House ha hecho algo intermedio que, en realidad, no está mal: urde una recensión llamativa y atractiva (diría que ineludible para un lector de Hamsun), y, a la vez, esboza el comienzo de la primera novela, ¡sólo de la primera novela!
La primera de las novelas, Bajo las estrellas de otoño, empieza, efectivamente, con un hombre de mediana edad que vuelve su mirada hacia la esplendorosa naturaleza noruega, harto de la compañía de sus iguales; se busca trabajos precarios y temporales que lo mantengan vagabundeando por zonas rurales de aquel país. Pero la continuación de esta primera novela supone el abandono de la soledad y la vuelta al redil social, concretamente en la granja de un tal capitán Falkenberg y su mujer.
La segunda novela, Un vagabundo toca con sordina, no es más que una crónica social, pues abunda en la relación conyugal antes mencionada con un toque de novela rosa que se me atragantó de principio a fin. ¡Vamos, que parecía estar leyendo a Corín Tellado!
Pero, hete aquí, que la tercera novela, La última alegría, es, afortunadamente, la vuelta del autor a esa vida retirada, preñada de reflexión y huera de socialización que tanto ansiaba un servidor. Tanto es así, que, sobre todo en los primeros capítulos, esta novela me ha recordado sobremanera a Walden, la obra cumbre de Henry David Thoreau.
Así que la temática de la trilogía fluctúa un tanto entre esa reflexión solitaria y la crónica social del momento, algo que, tal vez, configuró la vida del propio autor.
Con respecto a la forma, se trata de una prosa relativamente ligera, aunque no hasta el punto de ser periodística; rápida sin llegar a ser apresurada; y poco adjetivada sin llegar a ser desnuda o plana.
Otra obra de Hamsun, uno de los grandes de la narrativa escandinava y europea en general, aunque haya caído en el olvido impuesto por la corrección política debido a sus (probablemente mal expresadas) convicciones en esa misma materia.
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