Obra de juventud, obra menor del inmortal autor de Guerra y paz o Ana Karénina, sin embargo, las líneas generales del que sería uno de los mayores representantes del realismo ruso ya están en esta breve novela. Los cosacos es una obra claramente autobiográfica, en tanto en cuanto el personaje principal, el cadete Olenin, es un joven que ha dilapidado la fortuna familiar en unos estudios universitarios en Moscú que no llega a finalizar y que, buscando un camino, se enrola en el ejército, siendo llevado al Cáucaso a combatir a los chechenos. El propio Tolstói dilapidó esa fortuna familiar para no terminar sus estudios y sirvió en los ejércitos del zar en esa cadena montañosa.
Los cosacos fue publicada según parece en 1863, apenas un par de años antes que Guerra y paz, aunque es probable que fuera escrita, siquiera a vuelapluma cuando el escritor sirvió en aquel sur de Rusia. Es una novela de aventuras en el sentido más lato de la expresión: personajes exóticos que viven vidas arrojadas, irreflexivas y peligrosas. Habiendo leído recientemente Los hermanos corsos, de Alejandro Dumas, no he podido dejar de recordar constantemente la novela del francés; si para Dumas Córcega era el "sur salvaje y exótico" al que mirar con admiración desde la civilizada metrópoli, para Tólstoi es el Cáucaso, y principalmente los cosacos, esa suerte de cultura marginal del ámbito ruso y ucraniano. Tolstói narra a los cosacos con una suerte de admiración infantil (como en las novelas de Julio Verne): los cosacos son presentados con las virtudes de los rusos (honorabilidad, disciplina, capacidad de sacrificio...) pero con aspecto caucásico o checheno (tanto en la indumentaria como en su comportamiento). El resultado final es un ruso exótico, vestido de forma estrambótica y viviendo al límite. Supongo que esos héroes, leídos por chicos moscovitas de vida ordinaria serían tan extraordinarios como los vaqueros para un chico neoyorquino.
El destacamento del cadete Olenin vive en un poblado cosaco a orillas del río Térek. Las virtudes bárbaras pero honorables de los cosacos son mostradas a través del anciano Yéroshka y del joven guerrero Lúkashka, éste último está enamorado de una tal Marianka, prototipo también de la fogosidad cosaca, en este caso en el ámbito femenino. Olenin se enamora también de Marianka, pero no tanto de ella, como de su belleza sin artificio, su vida pura, su honestidad sin ambages... En todo momento, Olenin compara su anterior vida moscovita, falsa, afectada e hipócrita, con la nueva vida caucásica, verdadera, sin doblez y auténtica.
Es una novelita correcta, no tiene, desde luego, el profundo análisis psicológico que luego desarrollará en sus dos novelas más famosas, pero tampoco tiene la intensidad espiritual de sus más notables ensayos (El reino de Dios está en vosotros o Confesión).
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